Música
contradictoria
Bettina del Castillo Espino
Yo la maté, era mi amiga, mi amante. La radio lanza una
paradoja, una tonada de jazz muy alegre I
got a woman de Ray Charles. Fijo una mirada cargada de extrañeza al
calendario. Ya pasó un año, pienso en voz alta.
Cada mañana es igual, observo el sol asomarse; el espejo,
con sórdidas intenciones me enseña un rostro blanco, enjuto, rígido como la
roca. Suena el despertador, menudo inútil, no importa cuánto lo programe para
que me despierte antes que la culpa, jamás pasa.
La nada se volvió el todo viceversa. Estrujé entre mis
manos su corazón. No, no es una metáfora, pero es igual, al fin y al cabo me
pertenecía. Al menos eso dijo ella.
Ray Charles continúa cantando.
El crimen debía pasar ante los ojos y archivos policíacos
como uno de odio.
Entra el solo de saxofón.
Caigo de rodillas al suelo estremeciendo la alfombra, la
levanto. Rasgo la madera con las uñas así como rasgué su cuerpo. Las gruesas
lágrima que acallan el calor de mi rostro cesan conforme la melodía cede su
lugar al silencio.
Ahora suena una trágica pieza donde una cantante de ópera
casi llora, es de Cavalleira Rusticana me parece, pues los instrumentos suenan
estridentes como los relámpagos. Qué belleza.
Me pongo de pie, el bello saco negro envuelve mi camisa,
la colonia me baña y algo de luz dorada se lleva el resto. ¡Qué hermoso día!
Doy marcha hacia el exterior sin apagar la radio.
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