Ejercicio
V
César Alejandro Cantú
Olivares
FCSyH, CUART: Taller
de escritura
Martes 04 de octubre
de 2016
Instrucciones: Construye un relato basándote en
un recuerdo de la infancia utilizando los sentidos excluyendo el de la vista.
IMAGINACIÓN DE NIÑO
Recuerdo que llegábamos de la
escuela a casa y la atravesábamos, desde la entrada, pasando por la sala, y, en
la cocina, mientras pasábamos se respiraba el olor de la comida que mi madre
preparaba a fuego lento en la estufa: “¡Guácala, otra vez calabazas”, pensaba
en lo que llegábamos al fondo de la casa donde se encontraban las escaleras. Subía
con ligereza cada peldaño de la escalera con mi hermano pequeño detrás de mí;
desde ese momento comenzaban nuestras aventuras: primero imaginábamos que
éramos náufragos que debían encontrar, presto, tierra firme, pues a lo lejos se
visualizaba el aleta en el lomo de uno de dos animales marinos posibles, bien
un delfín o mal un tiburón:
-Apresúrate, hermano, nada más rápido, he visto una isla al
frente.
-Ya no puedo más, estoy cansado y tengo mucho miedo. –Me
respondía.
Yo para animarlo le decía que la creatura marina que nos
asechaba era un delfín que venía en nuestro auxilio. De pronto, con ayuda del
delfín, llegábamos a la puerta de nuestro cuarto, entrábamos en él y llegaba un
olor a limpio, como a aromatizante; mi madre había hecho la limpieza.
Llegábamos nadando hasta nuestras respectivas camas. No
éramos más unos pobres náufragos, sino unos bizarros y aguerridos capitanes de
piratas y éramos enemigos:
-¡Pero qué veo con mi ojo vivo, mi más grande rival en todos
los siete mares, “Barbas Sucias”! –Decía mi hermano cerrando uno de sus ojos-
nos volvemos a encontrar por estas turbias aguas, ¿no habrás llegado al tesoro
de las Sirenas antes que yo, o sí?
-¡Ja-ja-já!, –reía yo estrepitosamente- ¡Arg! Como siempre,
Ojo Muerto, llegas tarde, el tesoro de las horribles Sirenas ahora es mío, sólo
tuve que entregar a la mitad de mi tripulación, pero nada vale más que mi
preciado oro. Este tesoro es todo mío y no puedes hacer nada al respecto.
-Eso lo veremos, ¡Artilleros! –Gritaba mi hermano- preparen
los cañones, ese Ojo Muerto tiene nuestro tesoro. El muy sinvergüenza nos hizo
el magnífico favor de entregar a las Sirenas su tripulación por nosotros, ya no
debemos sacrificaros, mas debemos pelear si queremos que sea nuestro. ¡Preparen
sus armas, arribaremos su barco en cuanto estemos cerca. Esperan mi señal para
el ataque. ¿Listos?, ¡Ahora, fuego!
Entonces tomábamos las almohadas como balas de cañón y
comenzábamos la trifulca disparándonos suaves proyectiles de plumas, después,
brincaba hacia mi barco, tan pronto como lo hacía, comenzábamos a pendenciar
con lo mismo que nos servía de balas y, justo en el momento en el que iba a
cortarme la otra mano, escuchamos el grito de:
-¡Niños, a comer!
-Ya vamos –contestábamos a una sola voz y regresábamos al
mundo real.
-¿Cuando terminemos de comer jugamos a la lucha libre? –me
decía mi hermanito.
-¡Claro que sí, podemos jugar todo el día, porque es viernes
y mañana no hay escuela!
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