Rey lagarto
Kelly Isaura Narváez Portales
Me encontraba en aquel bar lleno de motociclistas, lleno
de lujuria y de cerveza. Quería olvidarte, quería olvidarme. Pedí al mesero una
dosis de anestesia, la bebí. Entonces pasó un hombre junto a la mesa de billar
donde me encontraba, y volví a olerte, ese olor a hombre, delicioso, vi tus pupilas
dilatadas Rey Lagarto y olvidé lo sucedido, lo infame, el agravio, esas noches
cercanas de angustia. Así las notas tristes de la música del bar, se tornaron
alegres.
Recordé lo que sentía al verte, los nervios
tomaron las mismas rutas. La letra de tu nombre siguió muy dentro de las
cavernosas celdas de mi mente. La M subió al vestíbulococlear y ahí sonaba una
y otra vez, esa letra que significó y significa tanto. Hasta ahí llegó tu
recuerdo, tu olor, y yo olía a ti, a ese viejo tabaco.
Esa noche escuché ese canto, esa voz que
estaba en el oído, ese mirar estúpido y perdido, esa mueca que nunca será
sonrisa, fue entonces cuando volviste a mí, volviste muy rápido y yo comí las
letras, deglutí tu nombre, de ese modo anduvo mi corazón toda la noche, looking for love.
Across
de sea fue la que después sonó, yo,
con algunos tragos escurriendo por mi venas, me preguntaba ¿Por qué no has
vuelto a mi lado? Pues aunque todo lo negara, en el fondo de mi oscuro mar,
había secretos. Veía todo de distinta manera, veía en el humo de mi cigarro
cómo se dibujaba un nombre que llevaré hasta el fin de mi triste mirada.
Me puse a recordar el pasar de los cálidos
veranos, como esa noche donde contemplaba tu ausencia desde la nubosidad de mi
alucinación. Sabía que había encontrado el amor, el desamor y otras tantas
cosas. Canté esa canción, no buscaba nada, solo evocaba tu amor, pues no había
otro. Siempre supe que solo hubo un mar de memorias, un mar inmenso que nunca
se secara, ni siquiera esa noche.
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