Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

4 oct 2016

ejercicio 5

Ella a mi lado disfrutando esa humeante taza de café y mientras el suave olor a canela invade el lugar, yo pienso en como un tipo rudo y sin temores como yo, puede caer en los enigmáticos encantos de esta mujer. Sintiendo un hueco profundo en el estómago, como un agujero negro, casi parecido a mi primera vez en un circo… los recuerdos llegan a mi mente y sin pensarlo las palabras salen de mi boca, mientras ella pone toda su atención en mí. 
Cuando eres niño todo te parece sorprendente, pero nada es más emotivo que visitar un circo. El ruido de las personas esperando la entrada triunfal del siguiente acto, el olor dulce de las manzanas acarameladas combinado con ese salpicón de aroma a palomitas quemadas, que a todos se les antoja.
Y qué decir del algodón de azúcar desintegrándose en tu lengua y llenándote el cuerpo de pequeños choques eléctricos, llevándote a lo que tu cuando tienes 6 años piensas que es la felicidad o mejor aún la gloria.
El pavor de escuchar la chillante voz del payaso y sus gigantescos zapatos rozando el suelo, acercándose a tu lugar, tú te aferras a las manos de tus padres para sentirte protegido o de plano, a mi estilo, te agarras a las gradas de madera al punto de clavarte una astilla, pero claro eso no te duele del todo porque sabes que si te mueves, un poco, solo un poco tal vez el payaso regrese para seguir atormentándote.




Es entonces cuando comienzas a escuchar al maestro de ceremonias, con esa voz imponente anunciando el acto, haciendo primera llamada. Para ese momento no sabes lo que pasara, así que sigues escuchando los murmullos de la gente, señoras que no paran de hablar contando el chisme de la vecina, niños llorando, otros tantos riendo y escuchas la segunda llamada, comienzas a ponerte nervioso pensando que ya falta poco para saber que pasará.
De pronto vuelves a pensar en el payaso y escuchas con mucha atención su risa para saber dónde está aquel ser extraño, ruegas para que este muy lejos y ojalá, ojalá que nunca regrese.
Tercera llamada, ¡comenzamos!, oyes con emoción, la música de suspenso se apodera del lugar, el redoble de tambores sigue los latidos de tu corazón, justo cuando no sabes si podrías morir, se escucha un pequeño rugido suave casi imperceptible, algo golpea con delicadeza lo que parecen barrotes de una ¿jaula?. Tu corazón se acelera más y más.
Tú te preguntas ¿De qué tamaño son los gatos del circo?, Se vuelven a escuchar los gruñidos suaves y esta vez son acompañados por un sonido peculiar, unas grandes y pesadas patas sobre un suelo de lámina. Una mezcla nueva de algodón de azúcar, el redoble de tambores y las ansias de ver lo que la oscuridad esconde desaparecen con un golpe de alivio y un suspiro cuando las luces se prenden y por fin, por fin vez…
¡El imponente Tigre de bengala!. 


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