Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

4 oct 2016

SEXTO

La vida en el desierto no deja nada bueno; como puedes, te refugias bajo una roca, ya no puedes andar; las llagas que el sol ha dejado arden, la lengua seca, hinchada... ya no se siente parte de ti, ¡te reclama cada gota de agua que le debes! Ya no ves, solo duele, todo duele y como no sientes nada mas que dolor, acaso ya no sientes nada. Llega la noche, las bestias anuncian su llegada. ¿Silencio? Cuando mueras, ahora todo es una orquesta y la pieza que tocan, sientes es tu marcha fúnebre.
Llega de pronto un lobo, te ve de frente. Ahí está detenido ante ti, con sus ojos clavados en los tuyos. Temes, tiemblas, quieres llorar, gritar... sería en vano, el futuro ya está aquí, enfrente.
¿Y ahora qué? No intenta atacarte, está inmóvil, y tu, tu estás igual, helada. A pesar de todo lo que has pasado vuelves a sentir, a temer, a vivir. El lobo avanza, el tiempo va mas lento aún. ¡Te lame las heridas! y su lengua húmeda es lo mejor que has podido sentir en mucho tiempo, podrías decir incluso que ha valido la pena cada llaga.
Su naturaleza es devorarte, todo lo que sabes indica lo mismo. No confíes en el. Huye, corre.
Está flaco, y es obvio que tiene dos opciones: estás indefensa, a su merced. Puede devorarte en ese instante y sin embargo, te cura las heridas. En caso de decidir comerte es cruel que el final sea tan lento. Tiene otra opción. avanzar contigo, confiar en ti y creer que caminando juntos puede salvarse. Si te perdona la vida en este punto estarías eternamente agradecida, estarías dispuesta a vivir para él... No hay opción, ya eres suya, de una u otra manera, viva o muerta.
Él ha decidido, el futuro ya está aquí, enfrente. La vida en el desierto no deja nada bueno... ¿O acaso si?

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