Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

3 oct 2016

El baúl

Todavía conservo todas las fotos de mi juventud. Miro con nostalgia y con orgullo esa figura que solía ser la mía. La firmeza de mis brazos, el tamaño de mi cintura, las piernas fuertes y largas que me dieron trabajo. Aun cuando no me gustaban muchas partes de mi cuerpo y me la pasaba matándome de hambre para obtener la figura ideal, siempre me jacté de mis piernas.

Roso mi muslo para sentir de nuevo la textura de las medias. Sigo poniéndomelas a diario, nunca dejé el hábito. También sigo recogiendo mi cabello de la misma manera; son las pequeñas cosas que todavía puedo disfrutar, ya que perdí la condición para seguir bailando y mis huesos ya no son los mismos. Contemplo mi rostro todos los días mientras me lleno de amargura y frustración. Por tantos años mi única meta fue la perfección. Cada jetté y cada pirueta debían ser bien ejecutados o si no…

Iba a guardar el álbum, pero antes de bajarlo vi un libro viejo arrinconado al fondo del baúl. Lo único que me dejó al morir ese hombre frío y serio, siempre sumergido en sus letras. Yo nunca le agarré el gusto a la lectura, era demasiado enérgica y no podía permanecer tanto tiempo sentada; necesitaba bailar. Lo necesitaba para vivir.

Coloqué el libro en mis piernas, han pasado casi veinte años de la muerte de don Teófilo y nunca lo había abierto siquiera. Lo dejo caer y una foto de mi hija mayor sale de entre las hojas. Lo abro para verla bien y hay una frase subrayada: “La perfección es una pulida colección de errores”. Aquel hombre que nunca dijo nada, hoy me recuerda la miseria en la que vivo; los sueños rotos que pudieron ser cumplidos si tan solo me hubiera apoyado con sus palabras. No, igual que en vida, las únicas palabras que salen de sus preciados libros me restriegan esa falta de cariño. 

Cierro el libro inmediatamente y vuelvo mis ojos al espejo una vez más, enfurecida. Estiro mis arrugas, odio cada grieta en mi rostro. Limpio mis lágrimas y tomo el lápiz labial. Hoy es la última función que daré. Debo apurarme y estar perfecta. Debo pulir mis errores.

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