Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

4 dic 2014

María Castidad

Por: Katia Sánchez Ortega





“El día que me encuentre tibio, aferrado a un sentimiento desconocido, podré reconocerme bajo un reflejo de placer moribundo”.
Después de la muerte de mi madre a causa de violación por parte de mi padre, la línea de fe que había entre mis males carnales y yo, se convirtió en un desgarre de piel y alma.
Vivimos en un tiempo en el que el mundo sólo se acusa de ser comunista o socialista, y la lógica humana se basaba en no creer en mentiras, pero nadie aceptaba las verdades. Era Abril y los protestantes ya no tenían verbo. Entre las calles grises con los faros secos, se escuchaban las radios rezando plegarias políticas, himnos sin naciones.


Conocí entonces a María, invirtiendo mi tiempo en lo que mejor sabía hacer, y no es que lo hiciera bien, sino que lo disfrutaba. Divagando en todas las sensaciones posibles y por haber, invadiendo pueblos desconocidos, usurpando gente sin destino. Me faltaba algo, a pesar de saber mis gritos y silencios. Yo no me sentía, ni con torturas, ni con cárceles, mucho menos con puercos billetes. Y con el afán de saberme a través de una piel amarilla, opté por averiguarlo entre fieles.
Decenas de minutos había estado pasando en “La mugre y la furia”, nombre de un curioso lugar antiguo, donde se respiraban soledades con sabor a alcohol.
María limpiaba las mesas rojas por encima, depurándolas de fluidos, lo hacía con un gesto de asco que pensaba que nuca se le quitaría. De vez en cuando hablaba conmigo, del clima sin estación, de su cansancio adicto, de su estudio abandonado, de sus planes utópicos.

Tan ingenua que era María, encerrada en esas paredes sin cristales, sin reconocer miradas, ni pueblos, ni gentes, tampoco pieles.
¿Por qué a ella la había de privar el mundo de tantas mundicias?
Qué inocente que era María.

Al acabarse el día, esperé a que su jornada terminara, nos fuimos en medio de la calle, hablando de la oscuridad de la ciudad pavimentada, ya industrializada. Tuvimos miedo, pero no nos tomamos de la mano, porque aunque las mías no encontraran las suyas, seguro encontrarían otros planos.
Había que reconocer mi piel, a través de la de ella, sin ofender su pureza, sin alterar mi castidad.

Debía también que alejarme de ella, reconciliar mi tristeza y pasada conciencia.
Debía también de dejar de escribir de María, de sus castigos y de su ombligo.

Debía entonces transformar mis sonrisas, porque de sensaciones y traiciones, de trucos excitantes de la naturaleza, de pasiones y erecciones, ya las tenía guardadas, en memorias sin regresiones.

Volverá su dulce alma


Por: Ghisselle Ávila Salazar
 
Honor para un camino rodeado

tanto de flores como de maleza.

recuerdo de una vida feliz,

exitosa y reconocida.

 

Que Dios la tenga consigo siempre,

para que su alma repose en el cielo,

y su familia encuentre pronto,

la resignación a  través de su recuerdo.

 

El mundo ha perdido parte de su brillo,

pero renacerá aquella dulce alma,

y volverá a sonreír, a cantar y a escribir;

volverá con todos a los que una vez amó.

 

Entre mis sentimientos y tus maletas


 
 
Por: Ghisselle Ávila Salazar
 


Sus maletas están en la puerta, ¿Debo detenerla? La amo, pero si esto es lo que quiere no creo que deba interferir, siempre añoró su libertad,  y yo sentí a cada momento de estos siete años de matrimonio que quería irse, ¿No había jurado amarme también? Ella también estaba enamorada de mí ¿O no lo estaba?

¿Cómo llegamos a esto? ¿Me equivoqué acaso, tan gravemente, como para que pretenda olvidar todo lo que pasamos juntos? Quizá tiene otro, o tal vez se cansó de mí, ya se había tardado, todos terminan por hacerlo…

Me pongo de pie, no permitiré que se vaya… pero espera, me vuelvo a sentar, ¿acaso voy a cambiar? Si trato de detenerla y no hago nada las cosas van a seguir igual. Pensándolo bien, soy  una persona aburrida, quizá se cansó de mi monotonía, a lo mejor se aburrió de que yo diario llegara del trabajo en la noche solo a dormir, cuando ella  tenía ganas de hacer tantas cosas, y esas cosas eran conmigo, siempre eran a mi lado.

O quizás siga enojada por la vez en la que no quise comprarle aquel vestido azul ¡pero estaba tan caro y tiene tantos! Además, ni siquiera se le veía tan bien, y yo como su esposo, desde luego que se lo hice saber. Claro, no me habló en días.

¡Ay Clara! ¡Mi bien amada Clara! ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué necesitas para quedarte a mi lado? ¿Quieres aquél vestido azul o deseas mi corazón?

No te comprendo, a veces me quieres y a veces no me quieres ni ver. Si lo que deseas es mi tiempo ¡juro que te lo daré todo! Ya lo resolví, jamás dejare que te vayas, tú y yo nacimos para estar juntos y si para que permanezcas a mi lado debo partirme en dos para estar contigo, entonces lo haré, me pongo de pie, tú eres la única razón por la que yo daría todo, lo olvidé por un momento, o quizá por mucho. Perdóname. ¿Aún tengo tiempo para detenerte?

 

Rosso descalzo

Por: Alexis Guerrero Lomelí

Habían pasado seis meses ya, desde que partí de los bullicios y el poco espacio literario que me quedaba en Londres. Me dirigí al sur, en dirección a un pueblito llamado Canterbury. El lugar idóneo para escribir “dicen todos”, con sus calles adoquinadas, vistas excelsas, noches románticas y casas tan resguardadas del paso de los años, que sería perfecto estar allí: “al pie de una terraza, con sus lámparas alumbrando mi noche y un café amargo que reviva siempre mi pasión, en su aroma nocturno.” ─me dije para complacer mis ansias de escribir algo que llenara el paladar de algún lector, en suplicas por letras nuevas.

Jamás había salido antes de la ciudad y mis ojos eran espectadores de majestuosos paisajes por donde cubría la vista. El tren que me guiaba a paso veloz, fue cubriéndose de una nieve repentina, de la que no me entere.

Una señora muy amable se acercó a mí antes de que llegáramos a la estación. Me dio un abrigo y me dio la bienvenida en aquel extraño día de primavera, cubierta de blanco helado. Me vi tosco al balbucear mi llegada que se veía repleta por el arte aún con vida. Aquella postal que me habían regalado, se haría verídica en su arquitectura medieval, que se elevaba por sus majestuosas calles empedradas, lisas, ya renovadas por la inversión turística. Aunque mi hospedaje no era en la parte conurbada, sino en una casita muy lejos de allí: en un pueblito recóndito donde decidí estar; anhelaba que mi estancia fuera prolongada en esa urbe tan luminosa. Y me quede. Fui por chocolates y disfrute de la perfecta puesta de sol.

La oscuridad se hizo presente, a mi llegada a la casa de la señora Margot, quien me hospedaría por un tiempo. Muy amable me recibió y fui pronto ubicado en la habitación más alta de la casa, como yo pedí.
Cálida luz que pasando por mi venta acaricio mi día, me invito a explorar sus caminos, recorrer en su bosque la majestuosa vitalidad del campo.

No haciendo esperar más el bolígrafo, salí sin rumbo alguno, nada más guiado por el ahora fresco clina sureño que pareciera nunca haber tenido nieve. Fui “viajero sin rumbo, errante de paisajes con olor a canela.”

Caminando me encontré con un rio de paz inmediata, en su golpeteo el agua no tardo en salpicar mis pies. Vi cada verde que lo pintaba, desde las rocas hasta sus árboles que cubrían el cielo y apenas dejaban pasar los nacientes rayos de sol.

Sin ser pintor, quise serlo, me vi tentado a capturar cada trazo en mi libreta. Sentado en una roca me descalce y escribí.

Ríos caudalosos que la vieran nacer, correr agitando las aguas, agitándome a mí, estremeciéndome la vida con su virtud. Estela de luces que se desvanecen, se descomponen y hacen de mi vida la vida suya.

Mi soledad se vio acompañada por el movimiento de las ramas, que captaron mi atención en el rojo fugaz que me hizo mirarla. Había en sus pasos un color nórdico, muy lejano a ese lugar. Con sus pecas iluminando su rostro que ya estaba encendido en el rojizo de su cabello, y el verde pregnante de sus ojos que nunca me vieron, no se perdieron como yo en los suyos. Se movía, se contoneaba, bailaba al rechinar creciente del roble.

“Fui presa de las pinceladas afiladas que marcaban su figura. Paisaje natural de sus blancas manos acariciando el agua. Acechado por el deseo de su belleza, quedo pausado el palpitar de mis latidos, ya sumergidos en su rostro, en sus labios.”

Una vez hechizado surgió su ausencia. Pero me basto. “escritor de versos. Poeta enamorado. Escultor de musas, luz brillante que por mi jardín paso.”

El tiempo sin piedad paso por mi piel, por mis cabellos que se volvieron canas. “Envejecí en la espera de sus pies mojados, que en la ventana de mis ojos ya cansados, dejo su recuerdo, su sutil contorno.

¿Que hacen las olas, sin luna qué contonee sus aguas? Espuma que al paso se rompe, y en la arena se queda.

No hubo mañana que a la orilla del rio se alejara su de mis textos, caricias verbales pronunciadas a su hermosura. Sentado espere por última vez su rojo apasionado. Anhelándola, vi escapar de mis manos y mi cuerpo el calor de la mañana, como la tierra seca en el desierto implora el rocío, así yo, perdido en su color sin mayor deseo que el de escribirla.


Musa cautiva, reflejo de las lágrimas que me arranco tu partida.” Así fue su presencia, fugaz, tan repentina. Ella se fue pero yo me quede varado, descalzo en la misma roca.

3 dic 2014

Mundo de felicidad





Por: Carlos Francisco Grimaldo Alcántara

Nostalgia y soledad. Los sentimientos que inspira esa casa. Almacén de amargura, llena de polvo y en extremoso clima, calor abrumador y con las noches más frías. Incluso las flores se rehúsan a crecer. Solo está allí un campo de girasoles marchitos, que intenta dar un poco de vida y alegría al alma de esa pequeña niña.
Pasea sola, hunde sus pequeños pies en la tierra suelta y tropieza con las rocas más prominentes que se encuentran alrededor del orfanato. Camina hasta llegar a su lugar favorito en ese pequeño asilo de melancolía, donde descansa un campo de soles, muertos, tristes y en agonía.
Ahora se encuentra sola, ya no juega más con el perro, se lo han llevado a vender al pueblo. Los víveres se han agotado, pero la promesa de un festín inunda la mesa por la noche. Han regresado con éxito, varios kilos de carne son asaltados para la cocina. Un buffet tremendo se ha servido, pero no logra llenar el vacío que siente por dentro, en su corazón. La guerra le ha quitado todo incluso su única alegría después de la felicidad.
Los otros 15 niños del orfanato la han maltratado infinidad de veces desde su arribo por ser la más pequeña e indefensa. Su corta edad la hace necesitar un protector, el cual ha desaparecido en los días más difíciles. Solo desea un beso antes de ir a dormir en esa fea litera, de madera apolillada, pero solo recibe regaños: “¡Deja de llorar, que molestas a los demás!”.
Tantos niños solos, han logrado hartar a sus guardias. Les han mandado por los juguetes olvidados, en un viejo armario, grande y maltratado. La jovencita se acerca tímida e inocente buscando una distracción de tan terrible realidad. Los mayores han hecho su saña del día y le han arrebatado los mejores: pelotas, canicas, muñecas incluso una bicicleta. Son muy pocos para todos ellos y nadie la quiere en sus juegos. Se siente abandonada, permanece contemplativa frente a ese tosco armario. En el fondo un chispazo de emoción brilla para ella. Le han dejado un viejo y de vidrios estrellados formicario.
Decide hacerse feliz, sale con su juguete, su nueva adquisición al jardín. Camina por el basto campo de girasoles, coloca arena y algunas hormigas en su nueva cárcel de amigas. Va por los pasillos presumiendo su nueva adquisición, amigas de confianza que ahora se encuentran a su disposición. Subordinadas a su encanto. Las observa mientras construyen su hogar, su mundo, dando una lección a esa pequeña niña olvidada de lo que perdió y aquello de lo que quizás no vuelva a gozar.

Aprende de ese pequeño número de nuevos amigos, caminar y trabajar, construir y fraternizar. Ahora lo tiene todo, su propio mundo, controlado en sus manos, ya no le falta nada más, solo la felicidad.

1 dic 2014

Rosa-Obsesion







            Por: Cruz Fraga Rosalba Elizabeth



Todo comenzó hace dos años, me encontraba sentado en clase de construcción observando ese rostro tan tierno y sensible para mí, tan delicada como una rosa, así era para mí Lucero.  Decidí acercarme a ella para preguntarle si traía sacapuntas, sin saber que comenzaría una de las etapas más tormentosas de mi vida. Ella era conocida por todos como la “polvorón” porque se maquillaba demasiado a pesar de su singular belleza, yo no podía dejar de mirarla y en un impulso, la tarde un viernes la invite a tomar un café, ella acepto. Salimos por la noche yo pase por ella a su casa, al llegar al café todo fue muy agradable aunque ella casi todo el tiempo estuvo callada, supongo que necesitaba tenerme más confianza, terminando nuestro café se despidió rápidamente y se fue, yo me sentí algo rechazado por su forma tan extraña de irse sin decir algo. También me encantaba que no tenía vicios, de personalidad amable y gran educación, pasaron los días hasta que decidió  marcarme por teléfono para salir al billar y tomar un par de tragos, yo acepte.
Seguimos saliendo a diferentes lugares, la verdad es que me la pasaba genial. Al  llegar el otoño, al mismo tiempo era inicio de semestre y comenzamos a salir más seguido, yo estaba tan contento que ya estaba planeando como pedirle que fuera mi novia, así que mande hacer una rosa bañada en oro, todo sería después del 14 de febrero, algo especial para una persona especial, ese trabajo solo se hacía en Monterrey en aquel entonces, pero no me importaba que fuera tan lejos porque sabía que ese detalle le iba a encantar, en la rosa vendrían palabras escritas por mí, que decían (por siempre y puntos suspensivos…..) después yo le explicaría que esos puntos suspensivos dependerían de nosotros, todo seria perfecto.
Un día fuimos a comer  y ella empezó a presionar sobre la relación, me dijo que quería el noviazgo enserio, yo ignore ese comentario porque pensé que estaba igual de desesperada que yo por besarnos y cambie la conversación, ella no dijo nada. Pasaron los días hasta que decidí entregarle la rosa bajo la luz de la luna y le pedí que fuera mi novia, ella felizmente acepto y por fin nos besamos. No había pasado ni un mes y me pidió que fuera a conocer a su familia, le dije que si, porque no le tome mucha importancia pero al estar en su casa; sus padres me comenzaron a hacer preguntas como: ¿Qué tienes para ofrécele a nuestra hija?, ¿para cuándo la boda? , me sentí como en un interrogatorio policiaco donde yo soy el criminal, eso no me gusto en absoluto, por fin salimos de su casa y quedamos de vernos en la escuela. Yo también trabajaba y salía tarde, tenia muchas responsabilidades porque vivía solo, empezamos a tener muchos problemas porque ella quería que la viera diario, no entendía que yo estaba siempre muy ocupado como para prestarle la atención que ella me pedía.
Ante mi estrés y el poco amor que vi de ella hacia mí al no entenderme, decidí terminar la relación de forma precipitada, pero cual sería mi sorpresa que comenzó a comportarse de una manera muy extraña. A continuación contare algo que de solo recordarlo, siento un poco de miedo. Me esperaba saliendo de clases, me seguía y comenzaba a gritar que estábamos bien, que los dos nos amábamos con locura y que siempre íbamos a estar juntos; yo corría, no quería que se me acercara, cada día la veía más descuidada, flaca, ojerosa y cansada. Un fin de semana salí  con mis amigos como de costumbre a echar unos cuantos tragos para el estrés ya saben lo normal en estos días. Platicando con ellos, me dijeron que tal vez me había precipitado en cortarla, entonces le mande un mensaje para decirle que podíamos volver a intentarlo, en ese momento no me contesto, pero al pasar de unas horas empezó mi celular a sonar sin medida, la verdad yo ya estaba tan pasado de copas que no quise contestar, pero dos de mis amigos me dijeron en ese momento que ella les estaba marcando, uno si contesto sin que yo me diera cuenta y luego me conto que le preguntaba que dónde estaba yo, que como me estaba comportando y que si no había chicas alrededor, eso me molesto tanto que al día siguiente que nos vimos la corte de tajo y le dije que estaba loca que como era posible que hubiera conseguido el número de teléfono de mis amigos marcándoles a altas horas de la noche y preguntando por mí, ella rápidamente empezó a llorar y abrazarme pero  yo no permití que hiciera otra de sus tonterías y la deje sola. En otra clase uno de mis amigos me dijo que quería hablar muy seriamente conmigo, me dijo que ella le había dicho que yo era el obsesionado, que yo no dejaba de molestarla, pero el sabia bien como era esta mujer, me dijo que tuviera cuidado porque ella tenía gran habilidad para envolver a las personas que el casi le creía pero como me conocía a mí, dudo y que la veía con pésimas intenciones de tomar venganza hacia mí.  
Un mes siguió insistiendo mandándome cartas, correos, wats, inbox, mensajes aunque la bloquee me mandaba mensajes de otros celulares e incluso hizo cuentas de redes sociales falsas, yo ya no sabía que hacer estaba desesperado, por fin llego fin de semestre. Eran dos meses de vacaciones, estaba  muy tranquilo, hasta que otra vez ella se presentó el fin de semana tocando la puerta de mi casa, gritando que le abriera, que me amaba y que siempre íbamos a estar juntos, así fueron las siguientes tres semanas y jamás le hice caso. La última semana de vacaciones decidí salir a correr al parque con mi perra lili pero o sorpresa,  de repente llego lucero, como si el mismísimo diablo le hubiera avisado (esta es tu oportunidad ve y búscalo), me saludo y me dijo que me invitaba un café, que quería hablar bien conmigo y dejar las cosas en claro, yo accedí pero en mi casa, solo ahí estaría seguro, además mis padres llegarían esa misma tarde por mí para pasar el último fin de vacaciones en Londres. Se portó tan amable que ella preparo los cafés y yo sin saber lo que me depararía el destino espere tranquilo en la sala. Nos sentamos  y platicamos tranquilamente, pero alcabo de unos cinco minutos se me acerco e intento besarme y quitarme la ropa, yo le pedí que se calmara y que se fuera de mi casa, pero no lo hizo, de pronto se puso muy alterada y saco un cuchillo de su bolsa, me decía que era ella o nadie, que moriríamos juntos con nuestro gran amor, yo estaba tan asustado que intente correr, pero mis piernas no me funcionaron; ella comenzó a burlarse diciendo que lo tenía todo planeado y que había puesto un poco de veneno en mi café y a mi perra le dio un buen golpe de manera que la noqueo; entonces se abalanzo sobre mí y cuando me iba a encajar el cuchillo en el corazón, entraron mis padres, mi mamá grito desesperadamente, eso la distrajo y mi padre la aventó, Lucero cayó al suelo y de su bolsa también salió aquella primer rosa que le había regalado para pedirle que fuéramos novios, lo más extraño, fue que corrió por la rosa y la abrazo como si fuera su tesoro más preciado, después como alma que lleva el diablo corrió a la puerta y logró escapar. De inmediato mis padres me llevaron al hospital y también a lili, el veneno no era muy fuerte así que Salí esa misma noche. Al día siguiente fuimos a levantar denuncia en contra de esta mujer, pero para mí mala suerte nos dijeron que no teníamos pruebas suficientes y que eran juegos de adolescentes, esto no podía estar peor, mi familia y yo nos fuimos de inmediato a Londres pensando que esta pesadilla habría terminado y que Lucero no volvería a cometer tales actos. Otra vez de regreso a clases, mi mamá seguía tan preocupada que le dijo a mi padre que todos los días me dejarían e irían por mí a  la universidad, hasta buscar una solución. El primer día de clases no vi a Lucero en el salón, eso me tranquilizo, pensé que por fin había tomado una buena decisión y que se había largado para dejarme en paz, pero otra mala noticia llego esa mañana, me mandaron llamar de la Dirección, llegue a la oficina y ahí estaba ella, sosteniendo la rosa que le regale en la mano derecha y sonriéndome como si nada hubiera pasado. El rector me empezó a decir que ella le había contado que yo la acosaba e incluso que intente abusar sexualmente de ella, en ese momento no hubiera dudado en aventarla por la ventana, juro que empezaba a odiarla, (¡cómo puede existir gente tan enferma¡). Respire profundo y pensé (de qué manera puedo destruir su farsa), eureka! Recordé que había guardado todos los correos electrónicos por si un día me hacían falta, además tenía de testigos a mis amigos. Ahora todo terminaría, le presente en ese momento todos los correos que me mando esta mujer al rector y de inmediato le marque a mis amigos para que fueran a la oficina, me defendieron contando todo lo sucedido y ella quedo como una vil mentirosa. El rector al final nos sentó juntos y nos hizo firmar una hoja donde decía que no podíamos tener algún tipo de contacto entre si y si sucedía algo más seriamos expulsados de la universidad. Cabe mencionar que mis padres al día siguiente hablaron con el rector del intento de homicidio hacia mi persona, todo esto era una pesadilla que ya quería que terminara. También hablaron con la familia de Lucero “la loca de la rosa”, ahora así le llamaban en la universidad porque el chisme de que había intentado matarme y que no soltaba la rosa, corrió como agua. Mi mamá me dijo que cuando entraron en esa casa se sentía una sensación tan extraña y con un olor fétido como si hubiese azufre adentro, dijo mi mamá que se portaron muy amables y que mencionaron que Lucero tendría un castigo ejemplar, todo era muy extraño pero no queríamos saber más de la loca de la rosa y su familia. Los días en clase eran incomodos porque seguía sintiendo la mirada de Lucero sobre mi persona y ella pasaba siempre por donde yo estaba, trayendo siempre consigo la rosa. Un mes después de todo lo ocurrido me dirigía tranquilamente a la universidad cuando recibí un mensaje que decía: Lucero jamás volverá a molestarte le hemos dado un castigo tan ejemplar que no volverá a hacerte nada, por cierto no pudimos quitarle la rosa. No le di importancia pero al llegar al salón una noticia terrible llego a mis oídos, mis amigos me dijeron que la policía encontró el cuerpo de lucero sin vida de una manera horrorosa, los periódicos dicen que no soltaba la rosa, también me dijeron que sus padres habían desaparecido. Supongo que están pensando lo mismo que yo, pero estaba tan cansado de todo esto que no quise saber más, solo le pedí a Dios que la perdonara y que ya no hubiera personas como ella. Han pasado tres días y aun siento su mirada, mis padres me han dicho que me mandaran con un psicólogo porque todos los días me ven que camino como si alguien me persiguiera y que eso no es normal, por lo pronto yo solo sé que, en este momento, no quiero conocer a nadie más, como la loca de la rosa.

Basada en hechos reales.
 

30 nov 2014

Amor y desamor


Por: Ivonne Fabila García
Sagrado Corazón de Jesús, vidrieras, Sagrado Corazón de Jesús, Iglesia, Rakov Potok, Croacia Foto de archivo - 5714038

Hoy que la tristeza invade mi corazón recordando un aniversario más de aquellos amantes, ahora inmortalizados en el tiempo, cuyo amor simplemente fue, es y será en la eternidad de quienes los evoquen con el pensamiento, pero no de ellos mismos, la reflexión y las preguntas invaden mi ser.

El amor y el desamor convergen en un mismo punto. Lo único que los separa es el tiempo. ¿Por qué? Ambos sentimientos viven en una misma persona; en momentos enamorada, en otros, decepcionada.

Cuando se siente amor, se olvida el desamor. Pero cuando se vive el desamor, no se puede pensar en otra cosa más que en el amor perdido.

¿Existe el amor verdadero? Si existiese, ¿éste durará para siempre? Siempre, suele ser demasiado tiempo. Acaso, ¿es tan voluble el ser humano que la única forma de mantener el amor es mediante una pócima?, ¿un hechizo mágico que mantenga juntos a los amantes hasta la muerte?

Rara vez se cumple la promesa del amor eterno, y la gran mayoría vive la vida en desamor. ¿Es más fuerte el desamor que el amor?

Los amores imposibles son más intensos, más pasionales, pero, ¿duran?, ¿es porque son así, justamente, imposibles?, ¿lo único que los mantiene unidos es la ilusión?, ¿la adrenalina de lo prohibido? Y si no, ¿podrían permanecer juntos los amantes en la eternidad? 

Dicen que el amor existe, entonces, ¿quién o qué mata el amor? ¿El ego o el egoísmo? ¿Es que muere o nunca nació? O bien, ¿será que es parte de esta vida en movimiento, en donde todo es efímero y nada permanece para siempre? ¿Será que el desamor es una enseñanza de vida para encontrar el amor propio, para aprender a brillar con propia luz, sin necesidad de nadie más? O, ¿será que desde pequeños nadie nos enseñó a amarnos para después poder amar a los demás incondicionalmente?

Queda claro que el amor comienza por uno mismo y después se da. Pero nadie nos enseñó a amar desde la comprensión de un ser completo, que tan sólo comparte unos pasos junto a otro, en este sendero que muchos llamamos vida.  Así, se confunde la falta de amor propio con la ausencia de un tercero, cuando la verdadera carencia está dentro del mismo ser.

Ahora, Tristán e Isolda han sido condenados, por haber sufrido el amor eterno y no saber vivir con decisión propia.

27 nov 2014

Espejito, espejito...

Por: Eira García




Mido 1.64 m, soy de complexión delgada, tez morena claro, mis ojos son grandes de color del café, mi nariz es un poco grande y mis orejas saltoncillas, mi cabello es de una tonalidad castaño media y es ondulado, tengo cachetes carnosos que al sonreír se acumulan en la parte media de mi cara.

Los dedos de mis manos son largos como de pianista, aunque no lo sea. Mi dedo índice derecho refleja la mala posición con la que tomo el lápiz al escribir, con dos grandes callos a los lados.

Tengo caderas anchas pero Dios no me dotó de glúteos abundantes y tengo unos pequeños piecesillos.

Soy una chica muy sonriente y mi risa es estruendosa. Soy inteligente y simpática. Soy tímida hasta que me siento en confianza con las personas. En muchas ocasiones soy muy insegura de mí. Soy muy nerviosa y me da miedo exponer ante el público en general. Soy una persona muy terca, cuando alguien no entiende mi punto comienzo a alzar la voz inconscientemente. Lloro por cualquier cosa y reprimo mis sentimientos la mayoría de las veces.


Amo a mi novio; me encanta verlo cada que puedo; amo hacer todo con él. Me encanta ver películas, sobre todo de comedia, también me gusta el cine de arte y odio las películas de terror. Soy 'católica de eventos', no voy a misa pero si rezo diario a Dios. Me gusta hacer cosas diferentes a lo cotidiano, a lo que me rigen los días diariamente. Me gusta practicar deportes pero no soy la persona más disciplinada del mundo. Amo los tacos y el algodón de azúcar. Me encanta la música ¿a quién no?, sobre todo el rock en sus distintas alteraciones. Respeto mucho a la naturaleza y la cuido hasta donde me es posible."

Sirena en el inframundo

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Por: Citlalli González Pérez

En un tiempo muy lejano vivía un grupo de hermosas sirenas. Dedicaban toda la noche a embellecerse: cepillaban su cabello, adornaban sus ojos con los colores de las flores, se fabricaban joyas con la madera que restaba de los barcos náufragos. Y por la mañana, muy temprano, salían en busca de algún navío desviado. Entonces los preparativos nocturnos valían la pena. Se veían encantadoras, se veían sirenas. Con su voz hipnotizante llevaban a la perdición a cualquiera y ellas disfrutaban provocar catástrofe con sus atributos.
Había llegado la hora de que Bas, la sirena pequeña, saliera a cumplir con la tradición del grupo. Ahora le correspondía también a ella causar estragos a los viajes de los marinos, explotar su belleza.
Bas dejó por fin su roca y partió volando en círculos sobre el mar. A lo lejos reconoció un barco acercándose. Voló cerca de él. Se dedicó primero a observar en qué consistía el trabajo de los marineros, cuál era la mecánica a bordo. Cada quien tenía un papel importante que hacer y parecía que funcionaba. Se encontraba maravillada, mirándolos desde la proa, cuando se acercó su compañera mayor. Le hizo un gesto de inconformidad y le indicó con una ceja levantada que hiciera su labor de una vez. Ella despertó de su fantasía humana y comenzó a cantar como nunca lo había hecho y con un rostro lleno de amargura. Los marineros abandonaron sus tareas y se dispusieron a escuchar a la sirena, que les dedicaba una especial melodía. El timón se movía sólo a causa de las olas salvajes. Nadie hacía nada por detenerlo. El barco pronto se golpeó contra un abultamiento de piedras que se encontraba cerca. Los pasajeros seguían encantados con aquella sublime canción. Se hundieron lentamente con una melodía que les acariciaba los oídos.
Bas miró aquel caos. Le hubiera gustado seguir viendo aquella cadena de hombres trabajando por un mismo fin: vivir y aprender del mar. Tal vez ella también quería hacerlo.
Durante días, se le encomendó seguir con esta tarea. Pero cada vez que buscaba algún barco que pasara por allí, no aparecía nada. Ella se sintió triste. En verdad quería recuperar aquel navío.
Había escuchado en algún lado acerca del paradero de todas aquellas almas que se pierden en el mar. Hades, el inframundo. Bas sabía lo que tenía que hacer, sin embargo temía; era una acción arriesgada.
Entonces vio flotando cerca de ella, un pedazo destrozado del barco. Lo tomó entre sus manos y se dio cuenta del significado que este pedazo de madera tenía. Una vida de aventura para miles de personas, que dedicaban su existencia a un ideal. Estrujo fuerte el pedazo de madera y se armó de valentía.
Voló un día entero en busca de la ubicación que la sirena más anciana le había brindado como referencia del inframundo. Cada que se acercaba un poco más, el cielo iba tornándose un poco más obscuro. Entonces arribó. Encontró un pozo infinito, se aproximó a él y miró dentro. No podía distinguirse el final.
Bas descubrió de entre sus plumas aquel símbolo que la había llevado hasta allí y pronto se aventuró a aquel hoyo de la perdición. No advirtió el tiempo que demoró en caer; pudieron haber sido días, semanas o meses. Hasta que en algún instante se encontró rodeada de tinieblas y olores putrefactos. Merodeó un momento por el sitio hasta que se encontró de frente con una pila enorme de piedras negras. Sintió su textura rugosa y su temperatura de hielo; y de pronto comenzó a moverse. La pila se retorció hasta que fue tomando una figura humana. Cuando dejó de atravesar esta metamorfosis, quedó formado, frente a los ojos de Bas, Hades en “carne y hueso”.
La miró con extrañez y se tomó su tiempo para preguntar:
-¿Qué hace una sirenilla aquí?
-Vengo a recuperar a toda una tripulación –dijo con temor.
- Nadie sale del inframundo sin dejar una parte suya en él, ¿Qué no lo sabes? –respondió Hades, como disfrutando cada palabra.
-Pues vengo por ellos y no me iré sin llevarlos conmigo.
-Pues ponte cómoda sirena, que te quedas también tú.
Una vez más tomó su amuleto y lo sujetó cerca de su corazón. Una fuerza nueva le recorrió todo el cuerpo y la impulsó a robar el bastón que Hades sujetaba. Con él se ayudó para tomar las almas de los marineros, una por una. Hades, furioso se acercó rápidamente a ella con la intención de empujarla hacia aquel estanque en que conservaba todas las ánimas. Pero Bas se hizo a un lado; Hades pasó justo por el lugar donde estaba y cayó al estanque.
-Nadie sale del inframundo sin dejar una parte suya en él –susurró Hades, rodeado de almas que nadaban en el estanque.
Bas comenzó a sentirse débil, había permanecido largo tiempo expuesta a aquellas aguas mortales. Se desvaneció entre las risas de un Hades vengativo.
La tripulación entera despertó a una orilla del océano, sobre unas piedras y sin saber cómo habían llegado allí. Ansiosos, usaron señales de humo pidiendo rescate.