Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

13 nov 2015

Primer Amor en correspondencia


                                                             Por: Silvino Kazim 



Recibo un email, es de Bs As. Ella se disculpa, por no contestar con puntualidad.  Se describe como una apasionada del arte, descendencia Siria, cabello muy largo.
Tenemos nuestro primer baile juntos, con música de “Depech Mode”. Vamos a escuchar en vivo el programa radiofónico de “El Negro Dolina” mientras el locutor cuenta sus chistes, ella me ve mientras levanto sonrisas sonoras. La ayudo con la escultura de su propio rostro. Ella toma mis manos y yo dibujo sus dibujos. Nos dormimos bajo la sombra de un árbol.
Un tío de ella, uno muy materialista, le dice que lo nuestro es pura utopía. Pienso que no hay frontera entre palabras y realidad, todos somos texto. Ella no está de acuerdo. Me manda un correo electrónico “ya tenemos más de un año de mandarnos cartas, tú no vienes, ya no me escribas más”. Ya no aparece en mi bandeja de entrada.
Tres años pasan, tengo el dinero suficiente para ir a verla,  realmente me hacen falta sus pensamientos. Tomo un avión por primera vez. llegó a la Argentina. Ella no quiere verme, está con alguien.
Regreso a México. Es la una de la mañana, entro a la página de vegetarianos, hago una lista de veinte candidatas. Sé que tengo habilidad para, a través de un texto, ganar confianza, y entonces alguien pueda interesarse en mi. Pasan dos meses desde que mandé solicitudes de amistad, me escribe una chica New Age del Distrito Federal. Después de varios mantrams intercambiados, nos citamos por primera vez en un parque. La chica permite que la abrace por la espalda, tengo su cintura diminuta en mis manos, la beso, ojos abiertos, caminamos a ciegas, no dejamos de besarnos. La sombra de una gloria nos proporciona el nicho romántico, nos quitamos la parte de ropa que nos impide que yo pueda entrar en su cuerpo, le doy su segunda primera vez. Días más tarde, me habla por teléfono, me dice: “hola, cómo estás, ¿ya no me quieres?” me da miedo su voz, no me gusta lo que soy. Encuentro que la mejor versión de mi mismo está en las cartas de la argentina, en su silencio.
Vuelvo a contar, a conocidos y desconocidos nuestra historia, al escribir firmo con su nombre, pero en lugar de la “a” final, pongo “o”. Leo poemas y cuentos e imagino que me escucha. Empiezo el proceso alquímico de la androginia, me veo y hago lo que ella : estudio ciencia, me dejé crecer el cabello muy largo, visto túnicas. La gente comienza a dirigirse a mi con su nombre. He intentado enamorarme, pero el vocabulario que poseo sobre el amor, ya se lo dije a ella en alguna ocasión.
Han pasado trece años desde su última palabra, cada día recito de memoria las mejores estrofas de su vida, los más bellos párrafos. Cada vez que tejo palabras en el cielo, las escribo sobre un papel o en un texto electrónico; su nombre late en mi pulso.



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