Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

10 nov 2015

¿Y si nos enamoramos?

                                                                                                           por: Luis Daniel Razo Infante







                                                                                                                
El día que me enamoré… mí primer acto suicida, el mismo que me hizo renacer, ¡Guau! fue un gran dilema.

A pesar de que solo contaba con diecisiete años, para mí, enamorarme por primera vez fue verdaderamente desmotívante. Empujado por las críticas de tíos y abuelos, además de la histeria de mi madre por hacerme crecer y la ausencia casi total de mi padre.

¡Qué situación tan horrible!, de esas que ahogas en lo más profundo de los recuerdos, porque resulta insípido y difícil de comprender, y que a mis treinta y tantos años sigo sin descifrar.

Pero lo peor estaba por venir; faltaba más o menos un mes para concluir el último año de secundaria, ya sabes, la graduación los exámenes, las críticas y el millón de cosas que te abruman haciéndote desear que todo termine pronto.

Pero, es algo que hay que resistir con templanza… “es parte de la vida”, eso dicen todos, así debes seguir caminando, cegado, sobre la telaraña de sucesos inesperados, circunstanciales, absurdos, preparados por el destino.

Todo empezó un lunes, día nefasto, levantarse temprano, bañarse, desayunar, peinarse, lavar los dientes, ¡rápido que se hace tarde! Después, clase de matemáticas a las 7:00 am, biología y la muerte con física; ¿Quién iba a pensar encontrar ahí el amor? Un congeniar de palabras en horas sin fin, congelando el tiempo, como un maravilloso destello de paz e incertidumbre, entre formulas y leyes de Newton, quede prendido de su alma libre y autentica, aún le sigo amando como el primer día.

Cuan complicado es el amor, pero aún más complicado enamorarse y descubrir la capacidad de amar a alguien ajeno a ti, más allá de lo cotidiano de la familia y los amigos y más lejano que el gusto físico.

Es complicadísimo amar a alguien cuando aún no sabes si alguna vez te has amado a ti mismo, aunque creo que no es tan preocupante el simple hecho  de sentir  o  no la emoción, si  no la manera y las circunstancias en las que  se desarrolla.

Los dos, el uno para el otro, siempre libres a fin de cuentas, nunca me atreví a decirle que le amaba, sin que sonara sencillo, como decirlo de dientes para afuera, y desligar la entrañada maraña de mentiras que me juega mi propia mente, soportando el ansia que me produce el montón de chascarrillos que es mi persona.

¡Ay! que tortura, como el choque del huracán contra el risco, una verdadera pesadilla, de esas que te secan la boca robándote el aliento, y te hacen sudar las manos hasta empapar los bolsillos.


Solo para que a esa persona de quien has quedado prendido ignore tus sentimientos, o no le interesen en lo más mínimo, que a final de cuentas eso no es lo peor que puede llegar a pasar, como cuando de pronto ocurre un milagro, se interesa en ti, dándote alas para luego cortarlas cuando vas volando en lo más alto y así sin espéralo ese corazón vívido, lleno de sentimientos nobles ya se ha vuelto de piedra.

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