Por: Ivonne Fabila García
Hace
mucho tiempo en un lejano lugar, había un castillo en medio del bosque. Ahí
vivía una hermosa y joven princesa: inteligente, activa, de nobles sentimientos, con un gran corazón y llena de vida; de
largos cabellos dorados, rostro afilado, ojos azul profundo, y labios rosados; llamada
Arwen, que significa "justa". Era la
única hija del rey Idris y la reina Ula; quizás por tal razón estaba demasiado
mimada por sus padres, quienes usualmente hacían hasta lo imposible por cumplir
todos sus caprichos. De tal modo, que por órdenes del rey todos debían cumplir sus deseos. Pero, la princesa sólo tenía una prohibición: no podía
pasear por el bosque.
Arwen
consideraba su vida monótona, pues solo bastaba que hablara para que
cualquiera cumpliera sus anhelos. Su día comenzaba en la mañana con clases de
historia, literatura, idiomas y buenos modales. Por las tardes tomaba clases de
canto y baile. Sólo tenía dos días a la
semana para realizar las actividades que ella deseará, dónde usualmente paseaba
por los jardines, pues amaba la naturaleza.
Otro
de sus gustos en sus tiempos libres era asomarse por el balcón y contemplar el
bosque mientras imaginaba historias. Siempre se preguntaba: "¿Qué
habrá ahí? ¿Quiénes viven en el bosque? ¿Por qué nadie me permite salir a
caminar entre aquellos enormes arboles?"
A
veces, cuando miraba hacia el bosque notaba ciertos destellos de luces de
colores que brincaban entre los árboles; además escuchaba a lo lejos sonidos
armoniosos, como cantos de sirenas. Esto le hacia parecer más hermoso y a
la vez algo intrigante. Así que comenzó a investigar. Quería saber que
sucedía. Primero preguntó, pero nadie le decía nada. Bastaba que ella
mencionara el bosque para que todos trataran de huir de su presencia y
agachaban la mirada. Situación que la intrigo aún más, entonces decidió salir a curiosear.
En uno de sus días libres, se levantó muy temprano en la mañana al salir los primeros rayos del sol. Generalmente, a esa hora el reino aún dormía. Con mucha cautela, la princesa abrió la puerta de su habitación, pero inmediatamente el guardia saludó, "¡buenos días su majestad! ?Puedo ayudarla?" La princesa se puso nerviosa y titubeo. Apenas asomada detrás de la puerta, contestó: "mmm, este, mmm... ¡Quiero un vaso de leche caliente! Y pensando más profundamente en qué haría cuando el guardia llevara el vaso de leche y no la encontrará, replicó: "Y cuando lo traiga, abra lentamente la puerta, deslice el vaso por la abertura y déjelo en el piso. ¡No me puede ver en mi ropa de dormir!" Entonces el guardia se dirigió hacia la cocina para trae el vaso de leche; momento en que la princesa aprovecho para salir.
En uno de sus días libres, se levantó muy temprano en la mañana al salir los primeros rayos del sol. Generalmente, a esa hora el reino aún dormía. Con mucha cautela, la princesa abrió la puerta de su habitación, pero inmediatamente el guardia saludó, "¡buenos días su majestad! ?Puedo ayudarla?" La princesa se puso nerviosa y titubeo. Apenas asomada detrás de la puerta, contestó: "mmm, este, mmm... ¡Quiero un vaso de leche caliente! Y pensando más profundamente en qué haría cuando el guardia llevara el vaso de leche y no la encontrará, replicó: "Y cuando lo traiga, abra lentamente la puerta, deslice el vaso por la abertura y déjelo en el piso. ¡No me puede ver en mi ropa de dormir!" Entonces el guardia se dirigió hacia la cocina para trae el vaso de leche; momento en que la princesa aprovecho para salir.
Arwen
sabiendo de sus planes, con anterioridad había pedido a una de sus damas de
compañía que le llevara un vestido y una capa con gorro, como las que
usaban las mujeres de las villas. Usa el gorro para evitar ser identificada. Cruzó los jardines y las villas
hasta llegar a las puertas del reino. Finalmente, logró llegar a las afueras del castillo. Estaba nerviosa y emocionada a la vez;
por fin saldría. Su corazón latía rápidamente, pues tenía miedo de ser
descubierta por los guardias que custodiaban las puertas del reino. Respiró
profundo y traspasó las puertas. Nadie se dio cuenta. Feliz corrió hacia el
bosque.
Al
principio, ella sintió un poco de temor de entrara en el bosque, así que camino
con cautela solo por las orillas, sin adentrarse demasiado. Después de pasear un rato decidió regresar al
castillo. Paso el resto del día haciendo sus actividades cotidianas con una
felicidad que no le cabía en el pecho.
Después de
esa experiencia, tenía que volver a salir. Así que sus días libres se volvieron
sus días favoritos, pues salía a disfrutar del hermoso bosque. Y los vasos de
leche caliente por las mañanas para el guardia se volvieron algo cotidiano.
Aunque cautelosa,
Arwen no se adentraba demasiado en él, pues imaginaba que si no la dejaban
salir podría ser por algo en particular que se encontrara en el bosque; quizás
alguna fiera; pero era tan feliz ahí que no le importaba caminar aunque fuera
tan solo por los alrededores. A pesar de sus frecuentes visitas todavía no había podido investigar de qué se trataban
esas luces y sonidos que ella veía desde su balcón. Pero ya estando en el
bosque no le daba demasiada importancia, pues pensaba que en algún momento
sabría de que se trataba aquello.
El bosque
por su parte era custodiado por elfos y hadas. Hacía ya muchos años, aún antes
que naciera la princesa, el bosque fue atacado por los despiadados trolls.
Ellos llegaron un día, nadie sabe de dónde pero comenzaron a destruir todo a su
paso y amatar a todas las creaturas que ahí vivían. Salían por las noches a
cometer sus horribles actos sangrientos. Fue una época de terror. Así que en
aquellas épocas, el joven rey Idris unió a sus tropas, además de solicitar la
ayuda de las hadas y los elfos, y uniendo fuerzas lucharon en contra de los
trolls.
Las tropas del
rey combatían con sus armaduras, espadas y escudos, también había arqueros y
catapultas. Algunos iban a caballo, y otros a pie. Los elfos, agiles y rápidos
también luchaban con espadas y algunos otros con arcos y flechas. Las hadas
luchaban con su magia, pero al ser las batallas por las noches, su magia era
débil. Así que ellas mayormente ayudaban iluminando el camino, aunque también
había quienes llevaban antorchas.
Los trolls
buscaban esconderse en una gran cueva que se encontraba río arriba, antes del
amanecer pues al tener contacto con la luz brillante del sol se convertían en
piedra. Así que durante el día daban tregua.
La lucha
contra los troll, se torno cada vez más difícil. Estos comenzaban a ganar las
batallas y de continuar así pronto el bosque dejaría de existir, permitiendo
también su ingreso a las villas del reino e incluso, quizás a otros reinos.
Dejando sólo muerte y desolación a su paso.
El rey
junto con los elfos y las hadadas idearon un plan en el que tenían que hacer
que los trolls permanecieran en la superficie de la tierra hasta un poco
después del amanecer. Cuando los rayos del sol comenzaban a ser más brillantes.
El plan
consistía, en hacer redes de cuerda, las cuales fueron tejidas durante día y
noche por las mujeres de las villas. Al estar terminadas éstas fueron colocadas
durante el día en la parte superior de las entradas a la cueva y cuando los
trolls salieron a luchar fueron tapadas con las redes.
Un poco
antes del amanecer, cuando los trolls volvían a refugiarse de los rayos del
sol, las entradas a la cueva ya estaban tapadas con las redes. Además eran
atacados con las catapultas con grandes piedras flameantes de todas direcciones.
Lograron su objetivo y al salir el sol lograron que los trolls se convirtieran
en piedras.
Finalmente
termino la gran batalla. Los elfos y las hadas acordaron quedarse a resguardar
el bosque. Y los humanos decidieron no
visitarlo más, pues sabían que los seres humanos tenían el poder de despertar a
los trolls convertido en piedra cuando lograban visualizar su figura estampada
en la roca. Prácticamente todos los trolls convertidos en piedra se encontraban
río arriba, a las entradas de la cueva. Por
los que del lado opuesto, colina abajo, hicieron un camino que permitía la
salida del reino, dónde pasaban los humanos. Y cuando alguien se perdía era
labor de las hadas y los elfos guiarlo hasta las afueras del bosque.
Había sido
tan despiadada aquella batalla que el rey Idris, en su profundo amor e instinto
de protección, decidió no contarle nada a su hija. Pensó que con la sola
prohibición de no ir al bosque sería suficiente. De tal manera que Arwen no
sabía nada de los trolls ni de aquella batalla.
Cuando los
elfos y las hadas estaban contentos, bailaban y cantaban. Además a las hadas
les gustaba jugar cambiando de diferentes colores las flores del bosque con su
magia. Esto era lo que lo princesa veía y escuchaba desde su balcón a lo lejos,
pero al no saber nada de lo sucedido y de la custodia del bosque, tenía
curiosidad por saber lo que pasaba.
Las visitas
del la princesa al bosque comenzaron a ser más frecuentes. Ella era observada
por Cedric, un elfo de cabellos plateados y ojos verdes. Astuto, noble y
siempre preocupado por ayudar a las creaturas del bosque. Hijo del jefe elfo.
Cedric
siempre se ocultaba entre los árboles para evitar ser visto por la princesa, pues
como guardián del bosque debía ahuyentar a los humanos de éste, pero esta vez
era diferente, había algo en ella que le llamaba la atención e hizo que se
enamorara. Quizás fue su humanidad, su debilidad y fortaleza unidas a la vez
detrás de un hermoso rostro y cuerpo; su amor a la naturaleza o su nobleza. De
tal forma que disfrutaba sus visitas, y como ella sólo caminaba por los
alrededores sin adentrarse demasiado, no le vio problema.
Un día, en
una de las visitas de Arwen, el elfo decidió salir de entre los árboles y
conversar con ella. Ceric salto desde arriba de la rama del árbol donde se
encontraba observándola y cayó a poca distancia de donde se encontraba ella. Se
asusto, y gritó un poco, mientras Cedric con voz calma pidió que estuviera
tranquila pues no le haría ningún daño. Así logro tranquilizarse y al mirar a
los ojos al elfo quedo impresionada ante su belleza, prácticamente sin poder
hablar.
–Hola, me llamo Cedric, hijo de Kennet, jefe
de los elfos guardianes de este bosque – Ella seguía sin poder pronunciar
palabra, solo movía su cabeza de arriba abajo como diciendo que si. Y en un
intento de hablar tan solo dijo: –A… A… Arwen – Así, el elfo y la princesa
comenzaron una larga conversación que se convirtió en un bello romance. Ella
acudía a verlo con la mayor frecuencia que podía, a escondidas, como comúnmente
lo hacía.
Una noche
de tormenta, llena de relámpagos y fuertes ráfagas de viento cayeron varios árboles
que fueron arrastrados por la corriente del abundante río colina abajo,
obstruyendo el curso natural del río y el camino por donde pasaban los humanos.
Por lo que temprano por la mañana elfos
y hadas fueron a ayudar a remover los troncos sin vida de aquellos árboles
caídos.
Esa misma
mañana muy temprano la princesa también salió al bosque a buscar a su amado
elfo, pues después de tal tormenta quería cerciorarse de que estuviera bien. Al
llegar al bosque donde siempre se veían, no lo encontró y continúo caminando;
de vez en cuando gritaba –Cedric, Cedric, ¿Dónde estás? –Sin darse cuenta llegó
río arriba, lugar al que el elfo había advertido que no fuera.
Arwen
estaba cansada, así que decidió descansar un rato, para después continuar. Se recostó
junto a un árbol y frente a ella había una gran piedra a la que no le dio
importancia y se quedo dormida. Al poco
tiempo fue despertada por un hada, la cual al escuchar sus gritos llamando a
Cedric fue en su búsqueda para sacarla del bosque. Con polvos mágicos sobre la
nariz de la princesa que solo la hicieron estornudar, la despertó. Y aunque el
hada estaba muy angustiada pues Arwen se encontraba justo frente a un troll
convertido en piedra, uno de los más fuertes y malvados, con voz tranquila la
invito a salir del bosque, argumentando que no era lugar para una princesa. -¿Y
cómo sabes que soy una princesa? No visto como una- a lo que el hada contesto
–No, pero tu porte, tú caminar, y lo más importante, el anillo real que llevas
en tu mano derecha… –de tal forma que la princesa no tuvo más remedio que
acompañarla hasta afuera del bosque, pues temía que la delatara con algún
guardia del castillo o aún peor, con el rey, quién la reprendería y seguramente
reforzaría la seguridad del castillo para que no la dejaran salir más, de tal
forma que tampoco podría ver a su amado elfo.
La princesa
volvió al castillo, pero seguía preocupada. Se asomaba por el balcón y daba
vueltas y vueltas. La angustia por no saber de su amado Cedric no la dejaba
pensar en nada mas. Entonces decidió volver a salir. Llego al bosque por la
tarde y nuevamente no encontró a su elfo, por lo que caminó por los mismos lugares
que había pasado por la mañana, pues fue un camino tranquilo. Llego río arriba,
pero esta vez nadie se percato de su presencia, pues el hada tranquila por
saber que la princesa ya había salido del bosque, no pensó que regresaría.
El sol
comenzaba a bajar cuando Arwen llego frente a la misma gran piedra donde fue
despertada por el hada, pero esta vez con el juego de luces y sombras producidas
por el atardecer pudo ver la silueta del troll, el cual despertó y emitió un
rugido terrorífico que se escucho por todo el reino. De inmediato todo
sintieron un escalofrió que les llegaba hasta a los huesos, pues sabían de que
se trataba. Sus años de paz habían terminado y presentían que los trolls
estarían muy enojados por haber sido convertidos en piedra.
El rey
nunca se imagino que el haber querido proteger a su hija de saber los antiguos
y aterradores acontecimientos, sería lo que la llevara a ser precisamente ella la
que despertara los horrores del pasado.
Después del
feroz rugido, el troll tomo a la princesa dispuesto a comérsela a pedazos, pero
cuando ella cubrió su cara con sus manos ante el pavor de semejante creatura, el
troll pudo ver el anillo real que portaba y pensó que sería mejor solamente
tomarla prisionera, pues de esta manera podría sacar mayor provecho al tener
algo con lo cual amenazar al rey y los guardianes del bosque y de esta manera
tener mayor posibilidades de ganar esta nueva batalla.
El troll tomo
a la princesa y la llevo frente a otras rocas a fin de despertar a los demás
trolls. Una vez despiertos, fueron a la entrada de las puertas del reino, para
hacer saber a todos que tenían a la princesa y que una nueva guerra había
comenzado. Nadie hizo nada en ese momento pues además de haber sido tomados por
sorpresa no querían dañar a la princesa.
Así, lo
trolls volvieron a las cuevas a esconderse antes del amanecer, para prepararse
para la siguiente noche de lucha despiadada. Mientras tanto humanos elfos y
hadas comenzaron a planear una nueva estrategia para vencer a los troll, pues
sabían que no podían engañarlos de la misma forma que la última vez y esta vez
la batalla sería aún más difícil.
Había una
leyenda antigua que hablaba de un rubí gigante el cual había pertenecido a
un reye quién en tiempos inmemorables
fue el primero en luchar en contra de los troll, y los cuales después de eso se
pensaba habían desaparecido por completo, hasta aquella vez en la que volvieron
a aparecer, cuando el rey Idris lucho contra ellos. Se pensaba que este rubí
poseía poderes mágicos que al ser levantado frente a los primeros rayos del
amanecer, éste absorbía la luz del sol para luego reflejarlos, desvaneciendo
las sombras y la maldad a su alrededor. Se decía que aquel rey ya lo había
utilizados una vez en aquello años y fue tanta la energía que genero que el rey
que lo sostenía había caído y con él, el rubí, rondado dentro de la cueva, cayendo
en sus profundidades y nunca nadie después lo pudo encontrar.
Elfos,
humanos y hadas decidieron luchar en contra de los trllos, pero también
intentarían encontrar aquel rubí. Era una tarea muy difícil y arriesgada. El
hada Cleissy propuso que ella, al ser pequeña y con ayuda de su magia podría
bajar a las profundidades de la cueva, buscar a la princesa para liberarla y
con su ayuda darse a la tarea de busca el rubí.
Comenzó la
despiadada batalla, y todos pusieron su fe en que aquella leyenda fuese verdad
o de lo contrario tenían pocas posibilidades de ganar.
Classy se
escondió entre los arbustos cercanos a una de las entradas de la cueva, y por
la noche, cuando los trolls salieron a luchar, ella espero un tiempo a que se
fueran todos y muy cautelosamente entro a la obscura y húmeda cueva, y comenzó
a recorrerla en busca de la princesa. De cuando en cuando decía en voz no muy
alta –¿princesa Arwen? ¿princesa Arwen? ¿Dónde estás?. Así continuó por un buen
rato hasta que por fin la encontró. Estaba atada con grilletes a una de las
paredes. El hada con su magia liberó a la princesa y le conto sobre leyenda.
Mientras
tanto en la superficie los trolls derrumbaban arboles, los cuales utilizaban
también como armas al aventarlos y barrer con todo a su paso. Parte del bosque
estaba en llamas, se escuchaban gritos y corría la sangre.
Cedric por
su parte estaba sumamente preocupado por Arwen. Sabía que no podía entrar a la
cueva a rescatarla, pues con el plan que tenían, si el interviniera solo
perjudicaría las cosas, así que decidió pelear cerca de la entrada de la cueva,
por si ella salía podría ayudarla desde ahí.
Dentro de
la cueva, Arwen y Classy buscaban desesperadamente el rubí. Recorrieron lo más
rápido que podían el lugar hasta que llegaron a las profundidades, donde había
un manantial. Prácticamente habían buscado por toda la cueva sin encontrar lo
que buscaban, el único lugar donde faltaba buscar era dentro del manantial. Al
caminar alrededor de él, Arwen alcanzó a ver un brillo en la profundidades y
sin pensarlo salto al agua en busca de aquello que brilla, pues quizás podría
ser el rubí. Aunque lo dudaba, pues el brillo que vio era blanco y el brillo
del rubí debía ser rojo. De cualquier forma fue en busca de aquello, esperando
que aunque no fuese el rubí pudiese ser de utilidad. Se sumergió en el agua pero
no pudo encontrar nada, volvió a sumergirse sin suerte, e intento una tercera
vez dispuesta a encontrar lo que fuese que vio, pero con el temor de que
aquella leyenda no era más que solo una historia. En el fondo de aquel
manantial pudo sentir algo, pero no lo podía ver. Lo sacó con ambas manos del
agua y observo que era una gran roca transparente. No podía ser el rubí. Y
aunque desilusionada pensó que podría servir de algo.
El hada y
la princesa llevaron aquella extraña roca a la superficie. Durante su trayecto a
la entrada de la cueva Arwen, quién cargaba aquella piedra con un poco de
dificultad, pensó mucho sobre la leyenda y la roca que cargaba en las manos. Trataba
de encontrar alguna relación entre el rubí y la piedra transparente, así que
repaso en su mente varias veces la leyenda, pero aún no encontraba una
relación.
Llegaron a
la entrada de la cueva al amanecer, cuando los primeros rayos del sol apenas
comenzaban a dejarse ver y los trolls apresurados se disponían a entrar
nuevamente en ella. En ese momento Arwen comenzó a sentir como su sangre corría
por sus venas y comprendió la relación entre el rubí y aquella roca
transparente, pues no existía tal rubí, era la piedra que tenía en las manos,
que con sus poderes mágicos capturaba los rojizos primeros rayos del sol y la
sangre de quién levantaba la piedra. Y por eso los reflejos eran rojos, por lo
que la gente pensó que era un rubí. También entendió que la piedra no podía
utilizarse para hacer el mal, pues aquello se trataba de un sacrificio, que
solo podría hacer alguien bondadoso, de buen corazón, preocupado por los demás,
pues esta bondad y amor al prójimo era lo que desaparecía la maldad.
Cuando la
princesa salió de la cueva y vio tanta sangre y destrucción estaba decidida a
hacer el sacrificio, a dar su vida por su pueblo, por las hadas, los elfos, el
bosque y todos los seres que vivían en el, pero sobre todo, ofrecería su vida
por su amado Cedric.
Así, Arwen
y Cedric se miraron y tan solo con los ojos ella se despidió de él. El no
comprendió que sucedía, pero sintió temor en su corazón. Ella corrió tan solo
unos pasos para alcanzar a salir de la cueva y lograr captar la luz del sol.
Cedric corrió hacia ella preocupado, pero aún estaba muy lejos y tan solo grito
–Arwennn. La princesa levanto los brazos y la piedra mágica comenzó a hacer su
trabajo. La luz del sol y su sangre se convinaron dentro de la roca dejando salier
rayos de luz roja que iluminaron todo el bosque y los trolls fueron destruidos.
El sol
comenzaba a levantarse un poco mas en el horizonte cuando la princesa cayó al
suelo, casi sin vida. Cedric con lagrimas en los ojos se hincó junto a ella y
sin pensarlo la tomo de la mano y transmitió prácticamente todos su poderes
elficos, en el afán de salvarla. Cedric logro su cometido, pero fue tanto su
esfuerzo que ahora el seria como un humano, con una vida corta y sus podres
curativos reducidos. A él no le importo, pues tenía junto a él a su amada.
La paz
regreso al bosque y aquella batalla se convirtió en leyenda. Los elfos y las
hadas continuaron en la custodia del bosque, pero ahora los humanos también
podían visitarlo y disfrutar de él. Y una vez al año hacían una fiesta en
memoria de aquella gran victoria pues les recordaba aquel acto de nobleza, amor
y bondad profesado por la princesa y el elfo, pues el amor, la nobleza y la
bondad son la base de la salvación y la paz.
FIN.
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