Por: Silvino Kazim
Tiene la estatura ideal para
alcanzar con la mano el nido de una golondrina, habla con tono pausado y
juguetón. Su voz, verde fosforescente, gusano de aros, cae y asciende por las
escaleras del aire.
Con la mirada habla de un Sol
que salta entre las montañas. Es nube
pequeña, gris y solitaria, en el inmenso cielo. Él es fuente tímida que, en su
agua refleja el corazón.
Cuando el verde de un bosque
de pinos, se levanta en una nube de trinos de calandrias, gorriones y canarios:
su rostro es pura sonrisa.
Sueña con el amor, uno de alambres
que abrazan dientes, amor de todos los días, no sólo de fin de semana, que esté
ahí, aquí y en sus viajes interestelares.
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