Por: Silvia
Romero
Ya
Falta poco. Solo unos cuantos pasos más y podré ver tu hermoso rostro ¡Oh
amor mío! Me conforta tanto la ilusión de saberte mía otra vez. Sueño con escuchar
tu dulce voz, tocar tus manos, acariciar tu pelo, deleitarme con tu aliento,
sentir tu suave piel y besar tus pechos tibios, pero siento tu presencia tan
gélida – o creo sentirla- que el alma se me congela y el miedo me invade, ¿no
es sólo es un sueño?, ¿no es una ilusión que el mismo Hades ha creado para
burlarse de mí?
Por
más que intento no puedo escuchar el sonido de tus pasos. Necesito que me des
una señal, algo que me indique que realmente estás aquí; no quiero voltear,
pero el temor juega con mi mente y me hace creer que nunca has estado ahí, detrás
de mí. La duda me consume. Tengo que asegurarme que Él ha cumplido su palabra.
No debo, si lo hago la perderé para siempre. Debo seguir. Hemos pasado por
mucho, no puedo fallarte ahora. ¡Oh mi amor, siento tanto miedo! Necesito verte.
Que
tonto he sido, creí que podía engañar a la muerte. Perdóname, fui un cobarde, Ahora
tú regresaras al infierno y yo pagaré mi error con el peor de los castigos:
Vivir sabiendo que yo fui quien te arrojo de regreso a la muerte.
¡Qué
crueles son los Dioses al permitirnos conocer el amor, para después
arrebatárnoslo! ¿Será una especie de castigo?, ¿qué daño pudimos haberles
hecho?, ¿por qué me han permitido extasiarme con su perfume, para después
matarme al quitármela?
Que
desdichados son aquellos que se amaron tanto. Esos que siendo probados por
Hades, fueron vencidos por sus miedos….
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