Por: Eira García
Estaban
ahí, muy cerca, percibiendo su aroma. Amor perfumado, sentimientos carnales
recorrían sus desnudos cuerpos, emanaba una nube tóxica de amor perverso.
Eran
amantes, eran rehenes, presos de un amor prohibido y que solo se podía comparar
con: el amor de la luna al mar; el amor entre cazador y víctima; el amor, la
sensualidad, que ellos sentían recorrer su piel.
Sin
embargo…falleció, por la frustración de no poder tocarse, ese inmenso amor
nunca más será percibido por esos solitarios entes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario