Por:
Alejandra López Sánchez
Cuenta
la leyenda que lo hombres no estamos destinados a ser felices… ¿Qué tienen los
dioses en nuestra contra? ¿Acaso es envidia? ¿Por qué nos hacen sufrir?
Estoy
muriendo. Sé que no me queda mucho tiempo. El veneno me recorre, con rapidez y gran
dolor.
Son mis últimos pensamientos dedicados a él. Voy a extrañar sus profundos ojos
marrones. Ver esa chispa encendida en sus ojos; cada vez que se cruzan nuestras
miradas. Esa dulce sonrisa en sus labios. Esos besos que me dejan sin aliento y
sus brazos, a mi alredor, protegiéndome de todo.
Pero
debo confesar, lo que me conquistó de Orfeo, es esa forma tan mágica de tocar
la lira. Su música me transporta hacia otro mundo, mi corazón palpita al ritmo
de su melodía y mi cuerpo flota como las nubes.
¿Qué
no daría por estar por siempre a su lado? A donde quiera que vaya, cantare para
él y tal vez… venga a buscarme.
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