El atardecer, tranquilo y firme celeste, fue su testigo. La pasión que dos personas enamoradas
sienten, se manifestó de forma dulce pero tormentosa.
Y
fue, un beso, la libertadora manera en que ellos se demostraron sus más profundos
deseos: las ganas de vivir por siempre juntos; el afán de sentir sus labios; la
necesidad, tan intensa como el sol, de mirar cada día su sonrisa.
Al
final… triste realidad, nunca se cumplirán sus anheladas aspiraciones, un
juramento de amor no fue suficiente para luchar contra lo prohibido.
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