Por: Edgar Moisés Camargo Castro
Sé que me sigue. Escucho sus pasos
detrás de mí:
¿Era de verdad?, ¿acaso Hades
engaña mis sentidos?, ¿era otra burla de su parte?, ¿es lo que hacen los dioses
con los humanos?, ¿juega con mis sentimientos, haciéndome dudar de todo?
Por más extraño que parezca, y sólo
por esta vez, debo confiar en el más embustero de los dioses. Sé que Eurídice y
yo, volveremos a estar juntos y seremos los primeros humanos que hayan burlado
los mandatos de los dioses, para por fin ser felices. Pero, ¿me está timando?,
¿es una treta de este loco dios para retenerme aquí para siempre?
La luz está cerca. Debo confiar en
que pronto estaremos juntos de nuevo: volveremos a besarnos; a abrazarnos; a
amarnos como antes pero, ¿y si no? Lo siento, amada, soy débil de mente y dudo
de esta deidad. El miedo se ha vuelto mi enemigo más poderoso, incluso más de
lo que representa el mismo Hades, y él me ha vencido.
“Perdón amada”, pienso mientras te
veo regresar al infierno. Perdón, es lo único que pasa por mi mente mientras de
a poco dejo partir mi alma en la más bella melodía que hasta ahora he creado.
Perdón...
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