Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

24 nov 2015

Un cafe



Comenzó en el campus hace ya un par de meses, la había visto en varias ocasiones pasar con su maletín a reventar de documentos, sus ropas siempre cómodas y su cabello ligeramente recogido con un par de pasadores adornados de pedrería, su rostro era  tan jovial que se mezclaba perfectamente  entre los alumnos, más aun por su estatura aun así, era toda una dama y yo, definitivamente no era un caballero.

-¡Galdós!- grite mientras la alcanzaba, casi de inmediato se giró completamente hacia mí.

-Sabes que puedes decirme Fátima, o Fati, olvida la seriedad, es innecesaria, ¿Qué ocurre?- dijo con una sonrisa muy pacífica.

-Solo quería saber si te gustaría ir por un café conmigo, ¿hoy cuando salgas de clases quizá?-
-¡Claro, me encantaría!, te veo entonces acabando-

La esperé en el estacionamiento hasta que llego y la caminata hacia el café fue muy amena, me platico acerca de los proyectos que desarrollaba con  sus alumnos. Llegamos al café y nos situamos en la terraza, ella pidió un café con cardamomo y yo un expreso.

Nunca supe bien en que momento la plática se tornó solo a lo que me decía sobre su vida, de su infancia en las islas canarias; me contaba tantas cosas que cada una parecía un continente, los vinos, la gente, el queso, los lagos, las butifarras; disfrutaba su voz tanto que me guarde todo comentario para no interrumpirla, hasta que se detuvo a sí misma, dándose cuenta de que yo no había dicho nada desde el inicio de la conversación, así que lo siguiente fue una serie de interrogaciones a mi persona sobre todo lo que pudiese saber, le conté sobre mi última parranda y otras anécdotas, ella por su parte carcajeaba con cada cosa chusca que me había pasado.

Al final, estaba tan apenado que desviaba la mirada entre las luces de la terraza y el humo de los cigarrillos, que no me percate de lo cerca que estaban sus labios hasta que se encontraron con los míos.
 


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