Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

5 nov 2015

Chistido

Charles Monroe











Había recorrido ya un par de calles y el molesto chistido no dejaba de escucharse, en lugar de disminuir, sonaba  cada vez un poco más cerca, había empezado justo cuando encadene la reja del despintado campanario para ir a descansar a la posada donde me esperaban mis compañeras, pues decidí quedarme recogiendo ya que aún no me había vencido el cansancio; tenía que recorrer varias calles cerro abajo y atravesar  un llano limitado por una bardilla de piedras amontonadas, y el sonido ese no dejaba de rondarme sobre en las banquetas, arbustos y callejones, lo vacío del camino y el silbido del viento propiciaban un ambiente tenso y mi sugestión no ayudaba para nada. Por momentos quise pensar que se trataba de algún bromista, ya que los músicos del pueblo eran bastante burlones como para hacerme algo así, me extrañó esa sospecha ya que eran casi las 3 de la mañana, además de que no habían muchos lugares para esconderse,-quizás en el llano lo descubra, ahí no podrá cubrirse en ninguna parte-pensé mientras caminaba aun por el bosquecillo antes del llano. Proseguí hasta llegar a la orilla, para este entonces las sensaciones que me producían esos chistidos, cada vez más cercanos, empezaban a ser desesperantes, abruptas, apuñalantes  a tal punto que mi respiración se había agitado bastante, irónicamente lo note cuando sentí que me faltaba el aire, crucé pensado que ahí acabaría todo el nerviosismo, pero un chistido más justo detrás de mí me hizo girarme de golpe, y al no poder distinguir a nadie entre los pinabetes comencé a sudar frio, armándome de valor junte todo el aire que pude y con un tono de voz casi apaciguo pronuncié:

-¿Quién anda ahí?’-

Hubo un silencio tan profundo que ensordeció mi alrededor descontroladamente, tanto que no podía escuchar la ventisca ni los grillos, ni siquiera la corriente de agua inquieta  tintineando en las paredes del pozo; por mera inercia o instinto di media vuelta y a pasos abundantes reanudé mi camino. Ya no quería pensar en nada ni hacerme ideas absurdas, los nervios me estaban comiendo vivo y aun me faltaba la mitad del llano, solo quería llegar a la posada, un suspiro de calma vino a mi cuando la divise cerca, con las luces de la entrada encendidas y la pesada reja de metal entreabierta, justo donde acababa el llano.

-Psst psst-

Un escalofrió punzocortante me recorrió desde la espalda hasta los tobillos, se me heló la sangre y los cabellos estallaron en estática, por encima del hombro alcé la mirada y al no ver a nadie eché a correr lo más que pude antes de que la mirada se me inundara en oscuridad.

Al abrir los ojos me encontré justo a los pies de la entrada, exhausto y jadeando como perro, me incorpore y para mi sorpresa la reja ya estaba cerrada, al entrar no quise decir nada de lo que paso y me metí a mi cama, el calor de las cobijas me acogió en placida  somnolencia  y sintiéndome resguardado entre las paredes de mi habitación me dispuse a dormir.

-psst psst-…

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