José Antonio López Carrera
Solo hay algo más amargo que la cuarta taza de café: dictar una pena de
muerte. Lo sabes, te quedan pocas horas y no has comunicado nada. La
experiencia de escribir nunca es grata cuando te obligan. El amanecer te
apresura. Caminas de un lado a otro. El olor a cigarro te ataranta. Reflexionas,
cómo una manzana puede valer una vida; condena injusta por solo saciar su
hambre. Sudando, piensas que no le puedes quitar la vida al ser que te la dio. Sufres
por solo llegarlo a pensar. Tocan a la puerta
y escribes. Mientras se llevan la hoja, lloras.
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