Por: Silvino Kazim
Llego del trabajo, dejo la puerta entreabierta, enciendo una lámpara de luz tenue. Tomo un
vaso de agua y suficientes somníferos para morir. Él, está dormido. Me despierta
el dolor. Misma cama y techo, tu reflejo en el vidrio de la ventana sigue en su
sitio.
Caigo de la cama. Él, ladra. Me arrastro. Busco la caja de tus cartas. Él, la encuentra primero. Mi grito no sale, mi mano no alcanza el zapato. Hace
pedazos la carta escrita el catorce de mayo del 2009. Decías: “ No existe mejor
conexión con el universo que el conectarse con uno mismo”. Tú, mi universo. En
el piso, un frasco con más pastillas, las mastico. Duermo.
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