Por: Silvino Kazim
Abro
los ojos, la misma cama, mismo techo, tu reflejo en el vidrio de la ventana
sigue en su sitio. Mi corazón late con fuerza. Tus ojos me reflejaron, y en los
míos estabas tú. Veo el reloj, me levanto, me visto, desayuno ligero, tomo la
pastilla para despertar. Salgo. Llegó del trabajo, prendo la luz, se van apagando
reflectores. Se escuchan aplausos. Cortinas de teatro, se cierran. Llego a mi
casa, me quito la ropa, suficientes somníferos para morir, un vaso de agua,
duermo. Me despierta el dolor. Misma cama y techo, tu reflejo en el vidrio de
la ventana sigue en su sitio.
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