Reseña. “Antología
Poética” de Jaime Sabines Gutiérrez: Poesía
Emmanuel
Barrientos Avila
Jaime
Sabines Gutiérrez
Antología
Poética
México
Fondo
de Cultura Económica de España
2008
422
págs.
Poeta mexicano nacido
en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; el 25 de marzo de 1926. Hijo de un libanés
emigrado. Vivió alternativamente ahí y en la ciudad de México. Estudió
medicina, pero abandonó estos estudios, posteriormente estudió letras en la
Universidad Nacional Autónoma de México (U-NAM), donde se licenció en Lengua y
Literatura Española. En su juventud participó en programas de radio. Fue
diputado federal por el estado de Chiapas de 1976 a 1979 y diputado en el
Congreso de la Unión en 1988 por el Distrito Federal. Fue poeta calificado por
el presidente de México, Ernesto Zedillo, como uno de los más importantes del
país en el siglo XX, falleció el 19 de marzo de 1999 en México, Distrito
Federal, víctima de un cáncer a la edad de 72 años, Jaime Sabines al final de
su vida dedicó algunos meses al leer sus viejas libretas: de ellas saldrá muy
pronto un tomo de "poemas rescatados". La lectura de esos cuadernos
lo llevó al recuerdo de sus años de estudiante: en la Escuela de Medicina,
primero, y en la de Filosofía y Letras más tarde. Estas impresiones fueron rescatadas
durante varias entrevistas entre Alejandro Toledo y el poeta, para hacer
posible el texto que se reproduce a continuación, del cual se han omitido las
preguntas con el fin de hacer más fluida su lectura. Esta colección se divide
en nueve partes: El Horal, La señal, Adán y Eva, Tarumba, Diario Seminario y
poemas en prosa, Poemas Sueltos, Yuria, Mal tiempo, Otros poemas sueltos.
Sabines habla con Dios,
con la mujer, consigo mismo de la manera en que los noctámbulos, los solos, los
insatisfechos, los fracasados se oyen en sus entrañas, cuando el frío y la
borrachera de la noche, el insomnio, la soledad, el dolor, la desazón y el
fracaso los obligan a detenerse. La distancia que el poeta chiapaneco tiene
frente a sí mismo o frente a los acontecimientos que provocan sus poemas es
mínima. Escribe simultáneamente a la muerte de su padre o de su madre, al
nacimiento de su primer hijo, al paseo dominical de las sirvientas, a la noche
de insomnio y a la de amor. Su mundo es el del asfalto y el de la queja de
nuestra ciudad, en este sentido es un cronista: escribe como el buen
periodista, en caliente, no a toro pasado. Todos sus poemas comparten esta
urgencia del reportaje, esta obsesión por el contacto, por el enfrentamiento
con el núcleo pasional de los hechos. Sus poemas están fechados no por el
tiempo estacional o largo de la naturaleza, ni siquiera por el de la historia, sino por el calendario
semanal y ciudadano de la época. El autor de Tarumba ama u odia según las horas
del día, hay en sus versos huellas de casi todas las sustancias; las pequeñas y
las grandes, las materiales y las religiosas, las naturales y las artificiales
que componen nuestra vida.
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