LOS DÍAS MÁS GRISES
Por: Luis Daniel Razo Infante
Esta es una de esas historias que se asemejan con la realidad, la
mía o la de cualquiera que haya intentado suicidarse a temprana edad.
Ya le recuerdo muy poco. Él era un niño de rostro casi perfecto, ojos
grandes, cabello rizado y expresión de melancolía. Cuando lo conocí, no
alcanzaba el metro de altura y rara vez sonreía. Siempre me pareció tan fuera
de la realidad un niño así, tan seco, de mente volátil y distraída.
Ese día él caminaba solo como la rabia o un suspiro, muy lento,
casi sin existir. Iba llorando, sus lágrimas que parecían de cristal rodaban
por sus mejillas hasta confundirse con la lluvia, desvaneciendo todo indicio de
lo que siente el corazón.
Temía llegar a casa y tener que hablar, porque era como un pajarito
atormentado por la rama en la que habita. Un niño que soñaba con volar antes de
tiempo, antes aún de tener plumas. Imaginándose, siempre escapando veloz en el viento
para no volver jamás.
Un día de tantos en los que jugaba a ser grande, soñando con la
libertad, experimentando, aprendiendo sin medir las consecuencias, con un acto
inocente, sin malicia quebrantó los reglamentos, en un segundo, las miradas
acusadoras, delatoras se extendieron como el fuego en la hojarasca... De
repente llegó la tormenta.
Yo estaba ahí, lo recuerdo perfectamente, como si reviviera el
momento. Él gritaba y sufría profundamente en un rincón el abandono. Mientras una
tromba con truenos de palabras y golpes retumbaba una y otra vez ante a sus
ojos llenos de miedo y confusión... Y ni Dios, ni los ángeles estaban mirando.
Él quedó con el alma al desnudo y el corazón desgarrado a golpes,
por un absurdo, un crimen que no cometió.
A esa edad aunque sientas que eres grande, hay cosas que no logras
comprender. ¿Cómo pueden la maldad y la ignorancia llegar a corromper al ser
que te dio la vida, al grado de desgajarte el alma y endurecerte el corazón?
Él, quedó triste, abrumado sintiendo el abandono, así conoció a su
primer mejor amigo, el odio y a su compañera inseparable, la venganza. Se volvió
perverso, rencoroso, soberbio. Vacío al fin. Vagando sin rumbo, soñando con
abandonar la vida.
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