Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

15 may 2014

Escritor de fantasías



Por: Alexis Guerrero Lomelí




Entonces llegó el ocaso, cuando en sus calles, París era empapada a cántaros y su canción tocaba su último canto. El escritor apuñalaba en tinta a Lucia en su último verso. Nada de esto sería entendido, sin conocer al escritor, a Lucia, su vida y su amor.

Había sido una noche de mayo, cuando una llamada irrumpió la paz. Detrás de la línea un sujeto de voz grave, le notificaba la muerte de Sofía, su esposa, ahora sin vida. El llanto se hizo presente y, como capataz, se adueñó de él.

El primer beso, su amor, sus planes, sueños y entonces el funeral, el sepelio; todo había pasado tan rápido. "En mi habitación todo sigue igual, su aroma, su presencia y sus cosas, permanecían tal cual", pensó. Le había sido arrancado el corazón y el sólo hueco de su olvido rondaba por la habitación. Fueron lágrimas de tristeza las que fluían de sus ojos, que volviéndose deseo, cayeron sobre el papel como la tinta de ese joven escritor.

Aquel París perdía el amor y, con él, su triste recuerdo se quedaba.

Con el alma desecha y en depresión, él se volvió escritor de noches, quien junto a la ventana vio: la musa escarlata que bajo la luna se esconde. "Me sedujo a escribir. La creé, mujer única y hermosa, de fríos labios y piel rosada. Mi mano escribía más rápido y se deslizaba tan suave sobre el papel, como mis caricias sobre sus curvas. Y en el delirio de su sabor, me quedé dormido".

Noche tras noche con letras creaba a “Lucia” ─le llamaba─: su amante, su sueño, doncella de la noche, majestuosa letra de sus letras. Desnuda a sus deseos, era luna que acariciaba lenta su alma y su pecado. Esclavo de su lúgubre delirio, lápiz que se desgastaba, que se quedaba en el papel volviéndose tentación.

"¿Y si tu boca, se quedara en mi boca, cuando tu piel en el ardor quema mi piel? Quédate más tiempo Lucia, para besar tu corazón una vez, una y otra más sin que se desgasten mis labios… Lucia, Lucia, quédate esta noche".

La flama se incendiaba en las cenizas de su corazón. Solo ante el deseo no sana el alma. Lucia, nunca contestaba, mas su hermosa mirada se llenaba de luz; reflejo de su reflejo, sin que él se diera cuenta. "Pero nunca fue mía, su falta de voz, era tan vacía como las letras de mis libros. Y fui escritor sin sentido, arrabiado en la conquista de mi propia fantasía".

En su soledad, deseaba su piel; labios que pronuncian cada palabra y la vuelven caricias. “Tan sólo una noche más”, se dijo.

Esa noche no hubo más luna ni pasión. Tomó su lápiz y escribió. “Lucia, luna sobre la noche, piel que encarnaste mis anhelos. Contigo tuve amores. Ven y bésame, despide en este adiós mi sufrimiento, déjame olvidarla, llevarla hasta mi alma”.

Cuando la luna con su luz lo acarició, también Lucia lo hizo. Subió a la cama, durmiendo a su lado.

En el adiós también se deja el llanto. Había él dejado de desear su piel, deseó su amor y liberó su alma.

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