por Claudia Antunes
Jorge Luis Borges
El Aleph
EspañaALIANZA EDITORIAL
2003
208 páginas
Siempre imaginé que el Paraíso sería
algún tipo de biblioteca.
Borges
Jorge Luis Borges nació el 24 de agosto de 1899 en
Buenos Aires. Desde los 6 años supo que quería escribir. Tímido y retraído pasó
gran parte de su infancia en la biblioteca de su padre. A muy temprana edad
comenzó a escribir, tradujo varias obras, entre ellas “El Príncipe Feliz” de
Oscar Wilde y publicó sus poemas en varias revistas y diarios ultraístas de su época.
En 1914 viajó con su familia a Europa y cuando estalló
la guerra se instalaron en Ginebra, donde estudió el bachillerato. Vivió una
breve temporada en España y en 1921 regresó a Argentina.
En la década de 1930 comenzó a perder la visión hasta
quedar completamente ciego en los años 50. A pesar de ello, trabajó en la Biblioteca
Nacional y más tarde fue nombrado director. Conoció a Adolfo Bioy Casares, con
quién publicó en 1940 “Antología de la Literatura Fantástica”.
A partir de 1955 fue profesor de Literatura inglesa en
la Universidad de Buenos Aires. Durante esos años, fue abandonando la poesía en
favor de los relatos breves por los que ha pasado a la historia. Aunque es más
conocido por sus cuentos, se inició en la escritura con ensayos filosóficos y
literarios, algunos de los cuales se encuentran reunidos en “Inquisiciones”.
En ese mismo año fue nombrado académico de su país y
en 1960 su obra era valorada universalmente como una de las más originales de América
Latina. En 1961 compartió el Premio Fomentor
con Samuel Beckett, y en 1980 el Cervantes
con Gerardo Diego. Varias veces fue propuesto para el Premio Nobel, pero se le negó injustamente por razones políticas.
Borges fue un gran lector, generó polémicas, discutió
sobre política y literatura. Su obra es considerada fundamental en la historia
de la literatura del mundo; en ella creó un universo fantástico, metafísico y
totalmente subjetivo. Murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.
El hecho me dolió, pues
comprendí
que el incesante y vasto
universo
ya se apartaba de ella y
que ese cambio
era el primero de una
serie infinita.
El Aleph es un cuento publicado en la revista Sur en 1945 en el libro con el mismo nombre, El Aleph, en 1949. En este cuento, Borges se usa a sí mismo como personaje, se distorsiona un poco para la ficción, pero a la vez muestra muchos aspectos de su personalidad.
Relata sus visitas
a la casa de Beatriz Viterbo, mujer de quien sigue enamorado aún tras su muerte;
el tiempo no se detiene y el universo en que ella existía comienza a cambiar
lentamente. En esa casa del barrio de Constitución ocurren encuentros, que se
centran en discusiones literarias, con el primo hermano de Beatriz, Carlos
Argentino Daneri, un hombre autoritario, pero también ineficaz que abunda en
inservibles analogías y en ociosos escrúpulos.
Danieri llama preocupado a Borges
porque van a demoler la casa y le cuenta que en el sótano, tras caerse por las
escaleras, vió el Aleph y teme perderlo si demuelen la casa.
-¿El Aleph?
- Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe,
vistos desde todos los ángulos.
Borges, escéptico, pide ir a ver
el Aleph y al quedarse a obscuras en el sótano lo ve. Es una pequeña esfera
brillante donde cabe todo el cosmos, el espacio infinito se ve en ese punto. “Cada cosa era infinitas cosas, porque yo claramente
la veía desde todos los puntos del universo”, dice el protagonista.
La fantástica
contemplación hace sentir a Borges infinita veneración e infinita lástima. Elige
no hablar con Daneri sobre el tema y le sugiere que aproveche la demolición de
la casa para alejarse definitivamente del Aleph.
Al salir de nuevo a la calle, le parecieron familiares
todas las caras: “Temí que no quedara una sola cosa capaz de sorprenderme”. Sin
embargo, felizmente, al cabo de unas noches de insomnio, volvió al olvido.
El cuento
finaliza con una posdata donde el protagonista informa que la casa fue
finalmente demolida en 1943 y que por ende el Aleph fue destruido.
Dibujo de M.C. Escher
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La
obra toma el nombre del símbolo del número alef que señala el tamaño de
conjuntos infinitos y que para las doctrinas místicas del Cábala significa la
multiplicidad infinita del universo. En esta primera letra del alfabeto hebreo,
los místicos judíos vieron la raíz espiritual de todas las letras, una letra
que las contiene a todas y por ende contiene todos los elementos del lenguaje
humano. Según dicha tradición, la letra alef es un símbolo del universo y de la
voluntad divina, ya que fue la única que los mortales escucharon de la voz de Dios.
El
cuento está escrito con un lenguaje fácil de leer, la narración puede
considerarse hasta cierto punto sencilla ya que es lineal, sin embargo la
lectura es toda una experiencia visual y sin duda trascendental.
Está
narrado en primera persona por un narrador protagonista cuyo apellido coincide
con el del autor, lo que lo hace una puesta en abismo.
El marco
temporal es entre febrero de 1929, cuando murió Beatriz y marzo de 1943 cuando
se demolió la casa.
Es un
relato de carácter fantástico, ya que incluye lo sobrenatural, en este caso el
Aleph, en lo cotidiano, el sótano de una casa.
“Arribo
ahora al inefable centro de mi relato, empieza, aquí, mi desesperación de
escritor. Todo el lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone
un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el
infinito Aleph que mi temerosa memoria apenas abarca” dice Borges ante la
imposibilidad de describir de forma completa lo que vio en el Aleph por medio
de un instrumento tan limitado como el lenguaje humano; entonces acude a
enumeraciones de aquello que vio, sugiriendo una sucesión infinita.
“(…)
vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde
todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y
en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y
lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo
nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible
universo.”
El Aleph es una obra maestra donde la magia y la inteligencia se funden
provocando en el lector asombro, imaginación sin límites, maravilla. En este
cuento, Borges concentra muchos de sus temas predilectos como los laberintos,
la búsqueda del conocimiento, el azar, el peligro que encierra la curiosidad,
el tiempo, el infinito. Es un relato que parte de una sencillez para ahondar en
abismos narrativos sorprendentes.
Con El Aleph, Borges abre puertas que de alguna manera siempre
han estado ahí, esperando, pero cerradas.
“El mundo es
indiferente a nuestra muerte y sigue adelante sin nosotros, estar vivos sería
entonces tener el privilegio de seguir siendo testigos del incesante universo.”
Bibliografía:
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