Gabriela
de Jesús Acevedo Domínguez
Ha
llegado la hora. Hoy en esta fresca mañana del 22 de noviembre del 2016 será el
simulacro que tanto temía. Y es que aun siendo una escritora en desarrollo, no
tengo idea del cómo le voy a hacer cuando me toque subir al a gran montaña
giratoria para decir enfrente de todo el grupo de escritores un discurso de
improvisación. Me da mucho miedo hablar frente el público y aún más pavor el
pensar en ese momento en que esté en el centro del coliseo. Bueno, tranquila
Andrea, es sólo un instante en que podrás decir lo que quieras, no va suceder
nada. Si sientes nervios, puedes apoyarte en tu blog que estará en el atril.
¿Pero apoyarme de qué? Si ni si quiera tengo un borrador de lo que voy a decir,
no pude escribir nada en estos días. ¿Cómo le voy a hacer? De verdad, no lo sé,
lo mejor es salir del cuarto y enfrentar esto cuanto antes.
El
facilitador les invita a que comiencen a compartir lo que han hecho… E
inesperadamente, Andrea se adelanta hacia el escenario, sus compañeros la miran
sorprendidos porque jamás se había atrevido a participar de esa manera. Cuando
ya está arriba y ha puesto el blog en el atril y tomado el micrófono para
dirigirse al público, la duda y el temor la invaden por completo dejándola sin palabras.
El ambiente se cubre de incertidumbre y suspenso, la cara de la participante se
torna triste y preocupada; mira el blog, voltea para todos lados y su angustia
crece más y más. La plataforma se ha quedado fija cuando toma con la mano
derecha el micrófono y con voz nerviosa ha dicho: “No, no puedo con esto.
Ustedes disculpen”. Baja de la plataforma y avergonzada sale corriendo del
lugar, hasta que llega a un sitio sólo y apartado. Es una cueva, una cueva de
reliquias. Entra y sigue caminando por el suelo entrampado hasta que se percibe
una noche estrellada, un objeto de concreto frena su camino, gira hacia la
izquierda y descubre que se ha encontrado con una banca en donde se sienta
enseguida y se derrumba totalmente.
Aquí
está bien para reposar y olvidarme de todo, en este lugar nadie me encontrará y
me podré evitar las críticas de los demás y aunque digan lo que quieran de
todos modos, no estaré allí para escucharlos. Lo que sucedió hace un rato fue
una barbaridad. No sé ni cómo fui al centro si ya sabía lo que podría pasar.
¡Pero si era algo tan sencillo! Si, si, tal vez para la mayoría sea muy fácil
el estar en frente del público y hablar, pero para mí no. No, yo no puedo hacer
eso. No puedo y menos con tanta presión y mucha gente con expectativas, eso sí
me da mucho miedo, es un temor muy grande que tal vez jamás superaré, una y
otra vez lo he intentado y cada vez que lo he hecho, suceden cosas desagradables,
desde críticas, burlas e ignorancia total…
¿Pero por qué hacerle tanto caso a la gente? La verdad no lo sé, tal vez
por buscar la aceptación de los demás, por estar en algún círculo social haces
lo que sea con tal de que te acepten, sí, lo que sea hasta no ser uno mismo y
ponerse mil máscaras, una tras otra y al final, ni sabes lo que pasa, te la
crees tanto que hasta te desconoces. Eso no me gusta, no me gusta, no me gusta.
Si de todos modos a la gente no se le da gusto con nada, ¿Por qué hacer lo que ellos
prefieran ¿Por qué darles la elección a ellos antes de valorarlo por uno mismo?
Ser la menor de 4 hermanos fue determinante para ser esta clase de cosas, tener
que pedirles permiso a mis padres o hermano mayor para poder salir de la casa,
comprar algo en el centro o ir al parque con Ofelia… En realidad con ella era
la única con la que me sentía bien cuando era niña, sólo con ella podía subir a
los árboles y contemplar el paisaje tan fresco y tranquilo con las hermosas
serenatas que daban las aves al atardecer… El canto de un grillo llega hasta
esta cueva tan aislada y solitaria, si, si, así como en el Charco, en ese lugar
habían muchos por las noches… Y nosotros dentro de un reclusorio cumpliendo una condena por ser
indocumentados… Así es, pero que importa eso porque fue justo dentro de una
patrulla cuando lo conocí, sí, sí, sí. Cómo lámpara aparecía allí para restablecerme y no dejarme derrumbar… De
la manera más fácil dando un toque carismático y sencillo cambió la perspectiva
que tenía… Hay aquellas tardes en que podíamos platicar un rato, eran tan
divertidas con tantas ocurrencias que hasta el tiempo se pasaba más rápido… Viajar,
viajar por todo el mundo a su lado, eso sería fantástico, estar a la orilla de
la playa disfrutando de los días cálidos con la suave arena bajo nuestros pies
y el agua fresca y salada refrescándonos, escuchar las olas que van y vienen
sin cesar… Olas que bailan al compás de un vals, como segundero en el reloj y
el trascurrir de los días al calendario… Así avanza tan de prisa el tiempo y ya
no vuelve, ya no vuelve… Hay mucho tiempo llevo desperdiciado… Hay ¿Y ahora qué
voy a hacer?. Estoy a punto de perder lo más importante que tengo y todo por mi
inmadurez… Por qué eso de salir huyendo
de todas las problemáticas que se presentan en la vida es muy infantil y pues
así no se puede lograr nada… ¿Pero por qué me detengo? ¿Por qué? ¿Por qué
siempre hago lo mismo? Ya estoy harta de seguir igual, ya basta de inmadureces
y jueguitos, esto es serio y llegó el momento de tomarlo como tal, sí, sí, sí… A partir de ahora seré diferente, tomaré las
riendas de mi vida y enfrentaré las consecuencias de mis decisiones, con un
marro derrumbaré la gran muralla de miedos, preocupaciones, prejuicios que he
estado construyendo y seré libre… Libre, libre al fin y disfrutaré cada momento
a lado de mis seres queridos y de aquellas personas tan especiales que tengo la
fortuna de conocer… Así es, sincérate Andrea, sincérate contigo misma y hazlo
realidad. ¿Por qué cómo es posible que inventes mundos fantásticos y que crees
personajes sin conocerte? Sí, sí, volveré de nueva cuenta al coliseo y hablaré
al público expectante… ¿Pero qué es lo que pasa?¡Alguien se acerca presuroso!
¿Quién será? ¡Oh, Elías! ¡Valiente muchacho al estar en este lugar! ¡Sí, sí, eres
tú! Sí, amor, ahora te reconozco. El mismo del desierto, compañero de presidio,
mi amigo siempre fiel. Eres el mismo de esta mañana, aquel que siempre ha
estado en las buenas y en las malas conmigo. Y ahora estás aquí, enfrentando tu
mayor miedo.
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