Again
Damaris González Villela
¿Qué
hago sola en la barra? Es viernes, no debería estar sola hoy. Una cerveza, sí,
salir a bailar, pero no sola. No me quiero volver una vieja que cuenta la misma
historia una y otra vez. No quiero ser la anciana de los gatos. Ya no quiero
extrañarlo.
El
tipo de la esquina es desagradable. Ya no quiero aceptar las cervezas que
manda, porque me pondré ebria y porque creerá que quiero algo. Pero igual, no
le hace daño a nadie, sólo es un par de cervezas, alimento sus ilusiones y él
alimenta mi hígado. Si fuera un poco más flaco, con algo de cabello y se
cuidara los dientes, quizá cedería. Uno más. ¿Cuántos van hasta ahora? Diez,
doce… ni idea. ¿Cuántos nombres me tomará olvidarlo? Van dos ‘Rafael’, el
segundo era bueno.
Qué
porquería soy ahora, sola, seduciendo hombres asquerosos para beber. ¿Cuándo
comencé a coger así?¿Qué dirían mis padres?¿Qué diría la niña lista que fui? Amaba
jugar en la tierra, escalar árboles, mis muñecas. ¿Cuándo me
volví… esto? Not good enough, not good
enough.
Y
en realidad, ¿qué soy? Dicen que somos lo que hacemos, ¿qué hago yo? Estudiar,
trabajar, la cafetería de los jueves, y la barra de cualquier bar los viernes,
sola. Las primeras dos no son cosa sería, son buenas, en realidad. Beber sola
no es tan malo, ¿o sí?¿soy una alcohólica?¿qué hace a un alcohólico? No, no soy
alcohólica. Y estar sola no es tan malo. No es malo. Hace frío, debí traer el
saco en lugar del suéter. Trece, van trece. Podría prescindir de la mitad de
ellos perfectamente. ¿Por qué no puedo olvidarlo? ¿Por qué debo olvidarlo?
¿Qué
probabilidades hay de que llegue hoy, aquí? No, jamás volveré a verlo,
seguramente. Nunca hubo nada en común entre ambos, nada aparte de ese día, ese
lugar, esa hora. Qué maldita burla de la vida, qué maldita broma. Coño, ¿qué
caso tenía conocerlo si al final iba a quedarme así? Volentem fata ducunt, nolentem trahunt.
Qué
mierda.
Quizá
algún día sepa (o decida) si todo fue culpa del destino, si se fue porque no
fui suficientemente buena o porque quiso. Y mientras tanto, ¿qué? Ya estoy
cansada de intentar ser lo que él probablemente hubiera querido que fuera,
primero porque no sé si eso era de verdad lo que él quería y segundo, porque no
tiene caso, no está y no estoy feliz intentando serlo todo. Quizá algo de lo
que haya aprendido con él sirva.
Estoy
cansada del destino, me rindo ante esa palabra que insiste en joder cada que
algo no me sale o cada que algo inesperado aparece. Me rindo, me soberanamente
harto y rindo.
Uno,
dos tres, cuatro… cinco, van cinco cervezas. Ya, no quiero más. Voy al baño y
me voy. 12:30, no hay metro ya. Caminaré. No. Si algo sucede le rompería el alma
a mis padres. Llamaré un taxi.
Odio
que tantas calles me lo recuerden ¿por qué sigo visitando los mismos lugares? Carajo,
ahí me besó por primera vez. Quinientos y tantos días, ¿por qué se quedó tanto
tiempo?¿de verdad sólo fue sexo para él? ¡Ay!¡Ya! Sexo, sexo, sexo, sólo quería
sexo, repite conmigo, sexo, sexo, sexo. No me conviene pensar en otras
posibilidades. ¿Qué hice?¿Por qué me enamoré, carajo?
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