Luisa Carolina López Balderas
A la
primera pisada sobre la tierra húmeda el sol golpeó sus ojos haciendo el
caminar sobre plantas muertas una penitencia desde el principio.
Buscando
andar en línea recta cegado por el dolor, distinguir lo que aplastaba era imposible
si los charcos hacían que bajo los pies lloraran igual; el brazo de árbol que
arrastró el agua anoche lo pondría de rodillas sobre el lodo.
Cada herramienta
que cargaba salpicó al tronar contra el suelo, siendo lo primero que pudo
distinguir antes de levantar la cabeza hacia el triste rosal.
Descubiertas
al sol se quemaban las ramas. Yacían sin sus botones arrancados con cada
relámpago, espinas ausentes se fueron volando, las hojas no aguantaron el peso ahogándose
entre tierra y agua.
El tronco
central apenas seguía aferrado a su lugar esperando para despedirse.
Ese no
es el rosal si no llovió tanto para matarlo, tres días de lluvia seguidos no es
para matar un rosal ¿Dónde está el arbusto? Ya no hay plantas aquí, pero si el
agua les hace bien ¿podría ahogarlas? Si estamos junto a la barranca el agua
debería escurrir, pero si llovió tanto las habría arrastrado y cayeron sobre el
techo de la vecina. La bruja esa no me dejará subir a buscarlo, ojalá y le tape
la tubería como a nosotros en la cocina, con todo y eso me pusieron a lavar
platos cuando hubiera salido a cubrir el rosal.
Si la hubiera
tapado no estaría muerto, ¿qué le digo a mi mamá cuando despierte? No me dijo
como cuidarlo cuando lloviera, ¿cuándo me lo encargó? Abril… mayo… en Semana
Santa no llovía, entonces no me fijé cómo lo cuidaba, pero si ya había
aguantado tantos años, porque lo veía grande cuando yo estaba empezando la
primaria, ¿cómo iba a saber que la lluvia lo mataría? Si siempre aguantó…
¿Qué le
digo? Si mejor ¿no le digo nada y planto otro rosal?, ¿se dará cuenta? No si le
digo que lo podé y a ver si me cree, si no despierta en al menos otros seis
meses no lo notará, ¿dónde compro rosas amarillas? En el mercado del domingo
hay muchos puestos de plantas, ¿a cuánto me las venderían? Si no me alcanza con
cincuenta pesos, ¿en qué gasto el dinero que me dan mis papás? Les pregunto si
mejor me venden las semillas deben ser más baratas, si me dan muchas alguna
debe crecer a menos que siga lloviendo y se caigan al techo de la vecina.
Mejor las
planto en una maceta, y ¿si pongo el rosal en una también a ver si revive?, ¿dónde
tenemos macetas? Pero si pesa mucho el rosal voy a necesitar que me ayuden, papá
no va a querer ayudarme, primero me va a decir “¿¡Qué le hicistes al rosal!?”
porque no sabe ni cómo hablar bien luego me va a decir que por eso los hombres
no se encargan del jardín, que me consiga ya trabajo arreglando computadoras. Porque
siendo informático debería dedicarme solo a eso, pero no me ha contratado nadie
porque solo soy técnico y aquí nadie tiene computadoras.
¿Por dónde
empiezo a cavar? igual sigue siendo más fácil trabajar computadoras que plantas,
si se me murieron las plantas de mi cuarto ¿cómo se le ocurre dejarme su rosal?
No quería cuidar el jardín, quería entrar a la universidad y construir
computadoras si es más fácil que matar plantas. Si hubiera pasado el examen
estaría en la Capital y no en el pueblo. Si hubiera cuidado el rosal iba a pedir
que me dejaran irme con mi hermano.
¡Ya me
corté con la pala!, ¡qué idiota eres! Nunca me van a dejar salir si me ven
estropeando todo. Si no puedo ni sacar la planta muerta no podría con el examen,
aunque fuese igual al año pasado. Me va a ver con la mano sangrando, quisiera
que se asustara y me ayudara sin regañarme, pero se va a enojar…
Bueno
nada que no me dijo antes, voy a buscarlo, nomás le respondo sí hasta que me
ayude a sacar el rosal, luego al mercado por semillas y una maceta para plantar… Ya me vio con su mirada a matar, como si tuviera otra.
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