Para
comprender mejor el texto leer:
“Compraba
caricias para no matarse”.
V
(cinco)
Emmanuel Martínez Rangel
Debería de
inventar una historia que comience
un siete de septiembre
a las cinco con cincuenta.
Puerta
maldita, maldita puerta de roble que me trajo a ti, a recrear una a una las líneas,
tus líneas. ¿Por qué le dije eso? ¿Por qué te dije que tu amor no bastaba?
¿No te alcanza? No te alcanza si no me
has conocido, si dices soñar conmigo y plena ilusión sin mí. ¿Qué acaso no te pasa? querer estar conmigo como yo en ti,
que no serán las ganas de tenerte aquí desnuda a mis ojos, sino vestida entre
mis brazos, ¿qué acaso no lo sientes? no sientes que me estás matando, qué me estoy muriendo con la
fiel idea de que eres feliz sin mí. Sin esto qué podría darte mejor que nadie, de estas ganas de fundirme en
ti y de dejarte para que otro te de la felicidad que yo no puedo, qué no tengo,
qué no comparto. Se dé más que soy un hombre frío. Qué me callo y frente a todos y soy un enclenque.
Está de más decir que te quiero, qué si te dejé amor, solo fue porque te amo. Culparé a la distancia y será solo por mi in-valentía, culparé a estar lejos, a esas noches donde las palabras no
bastaban y era sino el hombre más miserable de este mundo, el más impotente, el
más surrealista en
cuerpo y mente. Amor, nunca dudes que te amo, que te quise incluso más que a mí. Nunca dudes lo que siento
que aun ahora estoy pensando en ti. ¿Quieres que te diga, por qué a ti mi amor no te alcanza?
te lo haré simple: el día que te entregues un fin de semana. el día que creas que ya nada más se puede
hacer, cuando hayamos agotado todas las esperanzas y quedemos en paz al vernos
el uno al otro. Ese día podrás decir que este amor no te alcanza, no te sacia, no es
digno de ti. Ese día yo seré el que se vaya con toda la pena y toda la gloria hasta
su cama, qué ya no será tuya. Mientras tanto dime amada*, si no estás "inmóvil"* por qué tendría que rendirme, qué dejarte en las
manos de otro enclenque, por qué habré de cruzar los brazos y ver tu felicidad a medias. ¿Por
qué? Si aún estoy lleno de desesperación de decirte no te vayas, de decirte estoy muriendo. Que
quiero escucharte, escuchar tu voz hermosa y ver tus ojos perderse en los míos.
Solo una vez. déjame ser eso que tanto añoro. ¿Qué podría salir mal si dices que mi amor no basta?
Él era un
marginal, un hombre de otra índole, mis amigas hablaban de él todo el tiempo,
pero no por lo bueno que podría haber sido, sino por todo lo malo que veían en
él, quiero decir que se centraban en esas pequeñas imperfecciones. En cómo no le
ponía los puntitos a la “íes”. En como su métrica era mala y qué decir de su
ortografía.
Hablaban y
repudiaban a mi hombre y yo ¿cómo lo había permitido? Aún no lo sé, pero me
costaba como a nadie, porque a pesar de amarle con todo mi ser no era siquiera
capaz de defenderle, de defender su honor cuando todo pasaba.
Era un
hombre alto, debería andar cerca de los 30, su apellido era sino el más común
de la ciudad. Por las tardes llegaba a su casa y era un hombre aburrido,
aburrido como cualquier hombre soltero de treinta.
Se llamaba
digamos que Emmanuel. Hombre viril y muy mal amigo mío, de todos los que se
acercasen, era un hombre mal encarado, pero para mí tenía algo. Digamos que
toda esa virilidad era sino la excusa para acercarme siquiera un poco a donde
él y preguntarle su nombre. Que estúpida soy si por otro lado estaba Mariana y
María y Sandra y Patricia. Todas demasiado estúpidas para crecer en un hombre.
Pero yo no soy como ellas, por eso amo a mi chico, lo amo, sí, pero aún así no sé
qué me pasa, porque estoy sino imposibilitada para quererle. Por qué solo
conmigo diciendo que le amo y a la vez nada. ¿Por qué maldito miserable? qué no
se da cuenta que soy yo; solo yo. Qué soy un problema, un maldito problema, que
lo amo, y que no sé cómo demostrarlo, que me volví desde niña esa mujer fría
que el espejo contempla ahora. ¿Por qué no se da cuenta que soy de lo peor? ¿Qué
no soy capaz de quererme a mí misma? Que mi cuerpo se pondrá flácido. Que tengo
mal equilibrio, que no soy bonita. Por qué no lo puede ver y anda por aquí y
por allá haciéndome monumentos. Monumentos malditos qué de una tiraría si solo
pudiera. Por qué no se da cuenta y me besa esta noche, y me besa como si
supiera que estoy muriendo y que él es vida: Solo vida. Por qué no se da cuenta
que estoy imposibilitada. ¿Por qué no?
Siempre me gustó el olor a tierra mojada y amaba
escuchar llover desde la ventana. Ella era luz ingenua para habitaciones
deshonradas y yo un vil mendigo que compraba caricias para no matarse.
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