Julio Cortázar
Historias de cronopios y de famas
Buenos aires, Argentina
Editorial Minotauro
1962
144 páginas
Julio Cortázar
Hijo de un funcionario
asignado a la embajada argentina en Bélgica, su nacimiento coincidió con el
inicio de la Primera Guerra Mundial, por lo que sus padres permanecieron más de
lo previsto en Europa. En 1918, a los cuatro años de edad, Julio Cortázar se
desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en el suburbio bonaerense de
Banfield.
En 1951 Julio Cortázar ya
había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con
el seudónimo de «Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la primera de sus series de relatos
breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda influencia
de Jorge Luis Borges.
En la década de 1960,
Julio Cortázar se convirtió en una de las principales figuras del llamado
«boom» de la literatura hispanoamericana y disfrutó del reconocimiento
internacional. Su nombre se colocó al mismo nivel que el de los grandes
protagonistas del «boom»: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes o el también argentino Jorge Luis Borges, entre otros. A diferencia de su
compatriota, Cortázar sumó a su sensibilidad artística su preocupación social:
se identificó con las clases marginadas y estuvo muy cerca de los movimientos
de izquierdas.
Como en Jorge Luis Borges,
sus relatos ahondan en lo fantástico, aunque sin abandonar por ello el
referente de la realidad cotidiana: de hecho, la aparición de lo fantástico en
la vida cotidiana muestra precisamente la abismal complejidad de lo
"real".
Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de
acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza
múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente
cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento.
Las rupturas de los
órdenes cronológico y espacial sacan al lector de su punto de vista
convencional, proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de modo
que el acto de la lectura es llamado a completar el universo narrativo. Tales
propuestas alcanzaron sus más acabadas expresiones en las novelas,
especialmente en Rayuela, considerada una de las obras fundamentales de
la literatura de lengua castellana.
En el ámbito del cuento, Julio Cortázar es un
exquisito cultivador del género fantástico, con una singular capacidad para
fusionar en sus relatos los mundos de la imaginación y de lo cotidiano,
obteniendo como resultado un producto altamente inquietante. Ilustración de
ello es, en Bestiario (1951)
Por lo
que respecta al género de los "almanaques", esa combinación
específicamente cortazariana de todos los géneros en ninguno, es imprescindible
referirse a títulos como La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o Último round(1969). Historias de
cronopios y de famas (1962), Un tal Lucas (1979), y el casi póstumo Los autonautas de la cosmopista (1983)
Tres
años antes de morir adoptó la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la
argentina. Falleció en París el 12 de febrero de 1984, poco después de enviudar
de su segunda mujer, Carol Dunlop.
Historias de cronopios y
de famas, narrada por el autor mismo en segunda persona.
Con un título nada menos
característico para poder conseguir una serie de nombres que rápidamente se popularizarían
entre la gente y que lograría un arquetipo de las diferentes características de
nosotros los humanos.
El nombre de esta obra
basta y sobra para incitar a leer cada vez más sobre una paradoja de nuestra
existencia humana la cual nos clasifica en dos grupos primeramente teniendo un
termino medio llamado esperanzas. La historia no cuenta con prólogo ni
introducción.
La obra está organizada
en pequeños relatos surrealistas sin un orden específico aunque si están
ordenados lógicamente para comenzar a entender la obra y la característica de
los personajes.
Cortázar suele utilizar
un lenguaje formal sin afectar a la comprensión del lector, utilizando símbolos
para referirse a algunas acciones en específico.
La obra está basada en
muchos temas cotidianos de los seres humanos, reflejando las diferentes maneras
de actuar y de reaccionar como seres humanos, mostrando al lector la visión y
los dos arquetipos primordiales en los que nos clasificamos siendo un relato
completamente creíble y lógico, ya que expresa un surrealismo nato de nuestro día
a día.
No existe un final como
tal de la obra, al ser muchos relatos cortos no existe una historia que
requiera un final. La obra es fácil de mantener en la memoria y en específico y
mi punto de vista es un llamado a decidir el sentido de la existencia de cada
uno, sin temor a quedarnos únicamente siendo una esperanza y quedándonos vacíos
y afectados por las acciones de otros cronopios.
En mi juicio la obra es
completamente una breve reseña de los apuntes de un Cortázar que agrega un
surrealismo a cada uno de los relatos para darle un toque caracterísitco, lleno
de metáforas y de llamados trágicos para lograr mayor convicción en el lector y
que éste se vea reflejado como un cronopio, o un fama.
Estas historias de
cronopios y famas, desde el comienzo con sus relatos, son paradojas realizada
por Julio Cortázar que determinan la conducta y la esencia de cada ser humano,
con un conjunto de ironía y terminando en la cotidianeidad, llamándonos a
reflexionar en actos que consideramos como habituales, de todos los días, y que
nisiquiera nos percatamos de que hacemos ni porque lo hacemos.
Llegando a un gran punto
en el que nos muestra que por enfrente de nuestros ojos realizamos acciones por
obligación de la sociedad y que por ironía nos muestra una falta de
excepcionalidad.
“Somos una familia rara.
En este país donde las cosas se hacen por obligación o por fanfarronería, nos
gustan las ocupaciones libres, las tareas porque sí, los simulacros que no
sirven para nada. Tenemos un defecto: nos falta originalidad.”
El conjunto
de relatos no hace mas que hacernos recordar que somos nosotros mismos los que
realizamos estas acciones ridículas y que solo hacen que nosotros veamos un
reflejo en estas pequeñas “instrucciones” de las cuáles habla Cortázar refiriéndose
a la ironía que nos obliga el sistema, y no precisamente a las víctimas de
este.
“Los famas son capaces de
gestos de gran generosidad… Los cronopios no son generosos por principio… por
eso en la sociedades filantrópicas las autoridades son todas famas, y la
bibliotecaria una esperanza.”