Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

16 may 2015

Tu retrato

Por: Angélica Vilet

Tu retrato
Te soñé aquel día, 
tal como te recordaba:
Estatura mediana, piel morena, complexión delgada, tu rostro ovalado y amable, bellas y largas cejas que enmarcaban tus profundos y negros ojos brillando como una ventana que refleja su belleza interior. Tu nariz ¡oh, como la recuerdo! Un poco chata, de ahí, ¿recuerdas? Tu apodo: Mi chatita. Tus labios carnosos y tu piel lisa y suave. Tu cabello negro, fino y largo, que al recogerlo dejabas ver tu frágil cuello. Sigues igual, sonriendo poco, pero cuando lo haces, lo sé, es sólo en situaciones adecuadas y ¡tu rostro se ilumina!.
Volví a ver tus brazos delgados, que terminan en tus tiernas y dulces manos, listas para dar caricias. Tus piernas ¡ah! siempre fueron delgadas, todos intuíamos que hacían poco ejercicio, pero al final de ellas, vienen a mi mente tus pequeños pies, soportes de tu delgado y fino cuerpo.
¡Y me dicen que no se de ti! ¡ja! Me sonrío
¿Cómo olvidar tu personalidad? Tranquila, suave y apacible que guardaron siempre sus pensamientos en silencio. Tu mirada que observa. Intuye. Desnuda, mata y a la vez refleja la tranquilidad de tu vida. Cada vez que llegabas a un lugar, la gente lo notaba, tu presencia se sentía. Siempre tu temperamento fue apacible, pero cuando algo te molestaba, te enojabas ¡y fuerte! Y a la vez tenías una paciencia con todo aquello que te interesaba.
Admiro de ti el fuerte amor que tienes a tu profesión, una pasión que dejabas sentir en todo momento. Escuchaste siempre, fuiste responsable y muy constante, actitudes y valores que siempre ame de ti.
Siempre te tomaste en serio las cosas, y tu interés por la historia fue parte de ti siempre, creías en ella como algo importante para definir tu futuro en la vida.
Te recuerdo como ayer, para mi, sigues siendo igual.
Ayer que te imagine, me contaste que pretendes continuar estudiando, tener una maestría, estudiar un doctorado, ¡otra vez te vas! Pensé
Me contaste que querías casarte algún día, tener hijos, formar una familia como la de tus padres, amar a tus pequeños. Tus creencias en el pasado y en tus antecedentes familiares son lo que te han llevado a creer que tu estás aquí por ellos y lo sé, algún día regresarás, como siempre lo dijiste. Trabajarás en el museo que amas y enseñarás historia. Hoy me enteré con tristeza que ya no estabas con nosotros, pero yo...
¡Así te recuerdo y te recordaré siempre amiga!


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