Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

27 nov 2014

Sirena en el inframundo

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Por: Citlalli González Pérez

En un tiempo muy lejano vivía un grupo de hermosas sirenas. Dedicaban toda la noche a embellecerse: cepillaban su cabello, adornaban sus ojos con los colores de las flores, se fabricaban joyas con la madera que restaba de los barcos náufragos. Y por la mañana, muy temprano, salían en busca de algún navío desviado. Entonces los preparativos nocturnos valían la pena. Se veían encantadoras, se veían sirenas. Con su voz hipnotizante llevaban a la perdición a cualquiera y ellas disfrutaban provocar catástrofe con sus atributos.
Había llegado la hora de que Bas, la sirena pequeña, saliera a cumplir con la tradición del grupo. Ahora le correspondía también a ella causar estragos a los viajes de los marinos, explotar su belleza.
Bas dejó por fin su roca y partió volando en círculos sobre el mar. A lo lejos reconoció un barco acercándose. Voló cerca de él. Se dedicó primero a observar en qué consistía el trabajo de los marineros, cuál era la mecánica a bordo. Cada quien tenía un papel importante que hacer y parecía que funcionaba. Se encontraba maravillada, mirándolos desde la proa, cuando se acercó su compañera mayor. Le hizo un gesto de inconformidad y le indicó con una ceja levantada que hiciera su labor de una vez. Ella despertó de su fantasía humana y comenzó a cantar como nunca lo había hecho y con un rostro lleno de amargura. Los marineros abandonaron sus tareas y se dispusieron a escuchar a la sirena, que les dedicaba una especial melodía. El timón se movía sólo a causa de las olas salvajes. Nadie hacía nada por detenerlo. El barco pronto se golpeó contra un abultamiento de piedras que se encontraba cerca. Los pasajeros seguían encantados con aquella sublime canción. Se hundieron lentamente con una melodía que les acariciaba los oídos.
Bas miró aquel caos. Le hubiera gustado seguir viendo aquella cadena de hombres trabajando por un mismo fin: vivir y aprender del mar. Tal vez ella también quería hacerlo.
Durante días, se le encomendó seguir con esta tarea. Pero cada vez que buscaba algún barco que pasara por allí, no aparecía nada. Ella se sintió triste. En verdad quería recuperar aquel navío.
Había escuchado en algún lado acerca del paradero de todas aquellas almas que se pierden en el mar. Hades, el inframundo. Bas sabía lo que tenía que hacer, sin embargo temía; era una acción arriesgada.
Entonces vio flotando cerca de ella, un pedazo destrozado del barco. Lo tomó entre sus manos y se dio cuenta del significado que este pedazo de madera tenía. Una vida de aventura para miles de personas, que dedicaban su existencia a un ideal. Estrujo fuerte el pedazo de madera y se armó de valentía.
Voló un día entero en busca de la ubicación que la sirena más anciana le había brindado como referencia del inframundo. Cada que se acercaba un poco más, el cielo iba tornándose un poco más obscuro. Entonces arribó. Encontró un pozo infinito, se aproximó a él y miró dentro. No podía distinguirse el final.
Bas descubrió de entre sus plumas aquel símbolo que la había llevado hasta allí y pronto se aventuró a aquel hoyo de la perdición. No advirtió el tiempo que demoró en caer; pudieron haber sido días, semanas o meses. Hasta que en algún instante se encontró rodeada de tinieblas y olores putrefactos. Merodeó un momento por el sitio hasta que se encontró de frente con una pila enorme de piedras negras. Sintió su textura rugosa y su temperatura de hielo; y de pronto comenzó a moverse. La pila se retorció hasta que fue tomando una figura humana. Cuando dejó de atravesar esta metamorfosis, quedó formado, frente a los ojos de Bas, Hades en “carne y hueso”.
La miró con extrañez y se tomó su tiempo para preguntar:
-¿Qué hace una sirenilla aquí?
-Vengo a recuperar a toda una tripulación –dijo con temor.
- Nadie sale del inframundo sin dejar una parte suya en él, ¿Qué no lo sabes? –respondió Hades, como disfrutando cada palabra.
-Pues vengo por ellos y no me iré sin llevarlos conmigo.
-Pues ponte cómoda sirena, que te quedas también tú.
Una vez más tomó su amuleto y lo sujetó cerca de su corazón. Una fuerza nueva le recorrió todo el cuerpo y la impulsó a robar el bastón que Hades sujetaba. Con él se ayudó para tomar las almas de los marineros, una por una. Hades, furioso se acercó rápidamente a ella con la intención de empujarla hacia aquel estanque en que conservaba todas las ánimas. Pero Bas se hizo a un lado; Hades pasó justo por el lugar donde estaba y cayó al estanque.
-Nadie sale del inframundo sin dejar una parte suya en él –susurró Hades, rodeado de almas que nadaban en el estanque.
Bas comenzó a sentirse débil, había permanecido largo tiempo expuesta a aquellas aguas mortales. Se desvaneció entre las risas de un Hades vengativo.
La tripulación entera despertó a una orilla del océano, sobre unas piedras y sin saber cómo habían llegado allí. Ansiosos, usaron señales de humo pidiendo rescate.



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