Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

20 nov 2014

8384 St. Rojo carmín

 
Por: Erika Berenice Cisneros Vidales
Él oficial se acerca a Era y al ver su paso apresurado y su respiración acelerada le comenta:

-       Venga, tome algo – ofrece Héctor, al presentársele la oportunidad de invitarle un trago al ver pasar a un mesero vestido con traje negro. Le entrega una copa de vino blanco y el toma de otra.

-       Gracias – menciona después de dar un largo trago a la bebida y tranquilizar su respirar,- lo siento, he manchado la copa.- se disculpa tímidamente al notar la copa manchada de labial rojo. Ríe un poco y entrega la copa al hombre alejándose sin decir más.

Héctor siempre se ha sentido atraído por ella, llama demasiado su atención. Sin embargo, jamás ha intentado algo con Era ni lo haría en el futuro dado lo que se hablaba de ella. Es alguien inestable, algo sobre problemas mentales, se dice que había sufrido de esquizofrenia, que las pinturas del salón le hablaban, pero a él le fascina su estilo. Una mujer atractiva y sensual, viste un vestido de gala estilo estraples  de color negro, unas zapatillas plateadas, las cuales solo se ven con su andar y una deslumbrante gargantilla de oro blanco alrededor de su cuello. La mira a cada paso que da al alejarse por el pasillo principal.

-       ¡Ah! – se escucha el grito de una mujer, al parecer de Era, - ¡no, lo han matado! – grita al ver el cuerpo de su hermano tirado en el parquet sobre un charco de sangre que proviene  de una herida en el cuello del hombre, que a pesar de ya estar muerto sigue derramando sangre.

El oficial se acerca y la aleja, inmediatamente se dispone a poner orden y comienza a especular y a tratar de comprender y resolver lo que ha pasado. No hay rastro de lo que pudo haber ocasionado el asesinato, de quien puedo haberlo ocasionado.  Se acerca al cuerpo. La camisa blanca de su elegante atuendo está cubierta de sangre. Sin embargo, aun se puede ver la huella de un beso marcado por labial y una nota en su bolsillo escrita con mala caligrafía cursiva:

Héctor:

Sé que no hemos estado bien últimamente, pero me gustaría que arregláramos nuestras diferencias. Te espero esta noche en la velada. Recuerda: 8384 St.

No firmada, pero quien más puede ser si no su esposa, la señora Cordelia. Nunca habían estado ni llevado bien y la fiesta de gala de bienvenida a su cuñada era una excelente ocasión  para deshacerse de él, mucha gente en el lugar, nadie la descubriría. ¨Atrápenla¨, grita Era. Todos se apresuran a ella y la sostienen tratándola de alejar de allí, a pesar de sus incansables gritos y lamentos que repetían constantemente, que ella no había sido la culpable. A nadie le importa.

-       No puedo entenderlo. Sé que no estaban bien, pero ¿asesinar a mi hermano? Que bajo,- comenta y ríe sarcásticamente por lo sucedido, a la vez que se retoca el maquillaje,- claro, no es que me importe demasiado su ausencia, no éramos muy unidos, solíamos serlo de pequeños, pero después no. Además, el me mando a ¨terapias¨- dice a la vez que hace un gesto sarcástico y de enojo al pronunciar lentamente cada vocal de la palabra terapias,- y no pude seguir con mi vida una largo tiempo, pero bueno, por eso lo invite a venir a casa, el 8384 St.- vuelve a reír y deja caer una lagrima por sus mejillas. Héctor ofrece su pañuelo, el cual, al igual que la copa de vino blanco, mancha de labial.- perdón, he manchado…

-       Descuida, no hay problema. Deberías cambiar de labial, este marca demasiado, ¿no crees? Además, es curioso, justo como la mancha en la camisa de tu hermano ¿rojo carmín? Sin contar la nota en su bolsillo, una invitación a su fin disfrazada de conciliación. No firmada y un ¨sé que no estamos bien¨ seguido de tu torpe comentario ¨no éramos unidos¨ y  ¨lo invite a venir¨. Dime, ¿ te molesto tu estancia en aquella clínica? Vamos Era, necesito que me acompañes a declarar.

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