Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

20 nov 2014

Lilith


 

Por: Erika Berenice Cisneros Vidales.
 
Tenía mis manos sobre sus caderas, las bajaba poco a poco y tocaba sus muslos, mientras besaba sus rojos labios. Acariciaba su largo cabello negro, rozaba sus mejillas, para luego aproximarme a sus senos. Sencillamente amaba tocar su cuerpo y sólo deseaba tenerla.

¨No, detente¨, me decía mientras se alejaba de mi cuerpo. Luego se aproximaba y me besaba, para una vez más alejarse diciendo que pensara en Eva. Pero, ¿Quién era Eva? Oh, sí, recordaba, aquella mujer que me amaba y la llamaba ¨mi mujer¨, tan aburrida y seca, tan poco incitante y excitante, por quien no sentía ya nada. Solo existía para mi Lilith, ella y su juego de seducción que comenzaba a agobiarme. Debía tenerla. Cada vez que ella me provocaba y luego se alejaba, sin más. Me cuestionaba si hacia bien o si había sido un error traicionar a Eva, pero luego miraba todo lo que era y sabia que debía estar con ella, aunque su juego me cansara; pero sabía que algún día la tendría.

Luego, una noche de octubre sabía que sería la ocasión. Una habitación a media luz, una botella de vino, Sinfonía Número 40 de Mozart como  música de fondo y ella, usando un vestido rojo. Sensual. Como siempre. Ya no podía esperar. Sentía mi ritmo cardiaco acelerarse al paso de la melodía. Ya no había espacio a sus ¨No¨, al menos no para mí.

La tomaba, al inicio le agradaba;  después, como de costumbre, se disponía a alejarme, pero en esta ocasión ya no la dejaría, esa noche sería mía. Ella no quería.

-       ¡Ahh! – forcejeamos y al tiempo que el vino se derramaba sobre el parquet ella caía sobre éste golpeándose en la cabeza.

Inmóvil. Muerta. Pero esa noche… esa noche fue mía.

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