Por:
Erika Berenice Cisneros Vidales
- Ocurrió hace casi ya tres meses. Ene se entonces todo
precia ser tan bueno, que la situación estaba y seguiría estando bien. Algo que
ahora ha terminado, acababa de empezar. Leía sus palabras, escuchaba su voz,
creía en su persona y él creía en mí. Todo era bueno, todo estaba bien. Ahora
ya no, sabemos que no, aunque en realidad solo yo sé que no lo está, pues el ya
no está más. Me preguntó si yo soy la causa de que ya no esté, que jamás lo
estará, que no podrá tener su vida, que no podrá ser feliz. Yo no cause su
muerte, pienso que si y juro por mi vida que haría cualquier cosa porque él
siguiera aquí. – comento a mi psicólogo, un hombre cuarentón de buen porte y
físico atractivo, de piel clara y cabellos negros, un doctor en psicología, de
los mejor pagados en la ciudad.
- Era, es normal, - comenta sin mirarme a los ojos,
sintiéndose cansado del mismo protocolo de una consulta, preguntando el clásico
¨y ¿con eso como te sientes?¨,- es el sentimiento de culpabilidad, dado el
hecho de que su accidente automovilístico sucedió después de su disputa, de la
cual dices que finalmente viste que tu no tenías razón, ya sabes, dadas las
condiciones como se dio su relación, el contexto de la misma.- eso ya lo sabía,
de hecho no sé porque sigo viniendo, los psicólogos son pura habladuría.
- Ok, supongo que sí, es todo por ahora, es la hora en
punto,- digo mientras me levanto del sofá y camino a la salida.- gracias.
Qué
gran estupidez, los peores 50 minutos de mi vida y los $1000 peor gastados. Sé
que todo es culpabilidad, la pelea y por demás, lo sé; sin embargo, no sé,
quería una solución, una respuesta, algo que me hiciera sentir mejor y sanara
mi corazón; aun no la obtengo. Supongo que solo llegare a casa, tomaré una coma
de vino tinto y me iré a dormir.
7:00
am
La
alarma en el celular suena con una canción que me recuerda a él; sin embargo,
estoy despierta desde las seis, mirando en techo, teniendo insomnio por pensar
en el, por darme cuenta del vacío que hay en mí. Su ausencia. Haría todo porque
estuviera bien.
Hora
de mi ducha, un baño rápido con agua helada que sea como un golpe en el rostro
que me levante de mi estado de inercia, seguido de ver en algún cajón lo que
vestiré.
- ¨Can not live, if
leaving it is without you, can not live anymore…¨, ¿Que? ¿Que es… ¡Ah! – siento una especie de fuerza externa a mi
qué, increíblemente me succiona hacia adentro del cajón de una cómoda y luego
más allá de este. Siento la caída,- ¿pero qué mierda?, - digo en voz apenas percibidle al percatarme
de que estoy en casa de Ian, ¡un día antes de su muerte! – no, no, no puede
ser, pero enton… está vivo, puedo salvarlo…
- Hola Era, por fin despiertas – se acerca Ian para abrazarme
y besarme en los labio. Es tan bueno esto, es tan bueno que esté aquí. Lo único
que queda es no pelear, que se quede aquí y viva para ser feliz.
- Buenos días, Ian, ¿sabes? Te quiero demasiado y te quiero
para siempre y que estés bien. ¿Vamos a
desayunar?
- Claro, como tú digas.- se aleja y toma su chaqueta.
Salimos,
todo esto sin siquiera saber que no pasaría más de un mes sin que algo más
sucediera. Otro accidente imprevisto. Terminará en el hospital. Morirá una vez
más.
Mucha
gente vistiendo de color negro, llanto escuchándose en el entorno y se respira
dolor en el aire, de nuevo no podre estar con él.
El
cajón…
Corro
hacia este; sin embargo, nada sucede. ¡Mierda! ¿Qué pasa?
- Llévame, muéveme, no sé…- comienzo a derramar lágrimas,
ahora si es el final.
Un nuevo
cajón, si… eso es, o un closet, una puerta que me lleve atrás, si, así será.
Inmediatamente soy succionada desde una puerta a un vestidor, después más allá.
Es otro día al que vuelvo. ¿Dónde estoy? Es cuando solo llevábamos un mes
saliendo. Todo estaba bien, muy bien.
Arreglaría todo ahora. Pero una vez más morirá.
Otra
puerta, otro cajón, un closet, que me regrese a atrás.
Otra
puerta, otro cajón, un closet, que me regrese a atrás.
Repetidas
ocasiones. Primero una, luego dos. Pierdo la cuenta, nada cambia. El ya no
estará. Siempre lo perderé, haga lo que haga no lo tendré. No sé qué hacer.
- Tal vez solo tienes que dejarlo ir, superarlo, como dices,
no era para ti, tal vez nunca debiste conocerlo, salir con él y…- la realidad
me cae en la cara como un balde de agua fría, es eso, no es para mí, tengo que
dejarlo estar sin mí. No debió conocerme jamás.
Otra
puerta, otro cajón, un closet, que me lleve a atrás…
2
de Febrero, cuando todo inicio. Una respuesta alterna a su pregunta, un ¨no¨
seguido de ¨puedes ser feliz con alguien más¨, lágrimas en mis ojos y un simple
adiós. Ahora estará bien.
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