Por: Ma. Delia Perla Velázquez Banda
Parada
en la mitad de medio camino de un majestuoso bosque, una dama
contemplaba con silencio las hojas caídas en el otoño. Ese instante era el
único para poder reflexionar el pasado que le atormentaba.
El
vacío que sentía, se podía respirar a través de las paredes de su casa, donde ninguna existencia de vida, más que su
propia alma añorando salir de ese dolor místico sólo contando sólo con la compañía de su perro.
Ese
bosque era su única esperanza de estar silente con sus pensamientos, recordando
los fantasmas que no la dejaban respirar por el tormento de su corazón.
Recordaba con detalle y remordimiento del día que decidió regalar a su hijo al no enfrentar a la sociedad, y en especial a sus padres.
Deprimida día tras día, se encontraba penando en la
calle, esperando observar a su hijo a
través de los adolescentes que tenían aproximadamente la misma edad del fruto de su
vientre.
Su
vida era muy solitaria ya que no se casó y nunca tuvo otros hijos. No podía
concebir el hecho de hacer su vida y formar un hogar, mientras su hijo a lo
mejor tuviera hambre o no tuviera un techo en donde vivir, o estuviera con gente
que no lo cuidaran bien; esto, gracias a su irresponsabilidad de adolescente,
cuando sus padres le prohibían el sólo hecho de salir en simples citas. No
había recibido nunca información de la fisiología humana. Así que en su
rebelión sucedió lo inevitable, un embarazo indeseado. Dar en adopción a su
hijo, fue su única opción.
Mientras,
lloraba en el bosque con ecos que llegaban hasta el cielo, como pidiendo
clemencia a Dios con su semblante golpeado por la dureza de sus decisiones; su perseverancia de encontrar a su hijo por
medio de especialistas y de viajar a
diversos lugares se agotaba, al igual que un abismo que arrasa con cualquier
señal de vida.
De manera despistada dejó prendido su celular, el cual sonó
con gran resonancia; ella, con lágrimas en los ojos y la voz cortante, contestó
anticipadamente, y saluda de manera cortés: “¡Buen día!,
¿Quién habla?”, en eso responden:” ¡Buen día, soy la agente que busca a su hijo!”,
”¡Quiero darle la buena noticia de que ya lo encontramos!”. Con las manos en la
boca, la dama sonríe y llora diciendo : ”¡Al fin, he encontrado a mi hijo, ya podré
sentir tranquilidad que la cual no he podido lograr en décadas!,¡Tengo mucho de qué
hablar con él, ¡Muchas gracias por darme esta noticia!"
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