Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

25 nov 2014

Silente, en el bosque




                                            Por: Ma. Delia Perla Velázquez Banda




Parada en la mitad de medio camino de un majestuoso bosque, una dama contemplaba con silencio las hojas caídas en el otoño. Ese instante era el único para poder reflexionar el pasado que le atormentaba.

El vacío que sentía, se podía respirar a través de las paredes de su casa,  donde ninguna existencia de vida, más que su propia alma añorando salir de ese dolor místico sólo contando sólo con la  compañía de su perro.

Ese bosque era su única esperanza de estar silente con sus pensamientos, recordando los fantasmas que no la dejaban respirar por el tormento de su corazón. Recordaba con detalle y remordimiento del día que decidió regalar a su hijo al no enfrentar a la sociedad, y en especial a sus padres.

Deprimida  día tras día, se encontraba penando en la calle, esperando observar  a su hijo a través de los adolescentes que tenían aproximadamente la misma edad del fruto de su vientre.

Su vida era muy solitaria ya que no se casó y nunca tuvo otros hijos. No podía concebir el hecho de hacer su vida y formar un hogar, mientras su hijo a lo mejor tuviera hambre o no tuviera un techo en donde vivir, o estuviera con gente que no lo cuidaran bien; esto, gracias a su irresponsabilidad de adolescente, cuando sus padres le prohibían el sólo hecho de salir en simples citas. No había recibido nunca información de la fisiología humana. Así que en su rebelión sucedió lo inevitable, un embarazo indeseado. Dar en adopción a su hijo, fue su única opción.

Mientras, lloraba en el bosque con ecos que llegaban hasta el cielo, como pidiendo clemencia a Dios con su semblante golpeado por la dureza de sus decisiones; su perseverancia de encontrar a su hijo por medio de especialistas  y de viajar a diversos lugares se agotaba, al igual que un abismo que arrasa con cualquier señal de vida.


De manera despistada dejó  prendido su celular, el cual sonó con gran resonancia; ella, con lágrimas en los ojos y la voz cortante, contestó anticipadamente,  y saluda de manera cortés: “¡Buen día!, ¿Quién habla?”, en eso responden:” ¡Buen día, soy la agente que busca a su hijo!”, ”¡Quiero darle la buena noticia de que ya lo encontramos!”. Con las manos en la boca, la dama sonríe y llora diciendo : ”¡Al fin, he encontrado a mi hijo, ya podré sentir tranquilidad que la cual no he podido lograr en décadas!,¡Tengo mucho de qué hablar con él, ¡Muchas gracias por darme esta noticia!"



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