Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

3 dic 2014

Mundo de felicidad





Por: Carlos Francisco Grimaldo Alcántara

Nostalgia y soledad. Los sentimientos que inspira esa casa. Almacén de amargura, llena de polvo y en extremoso clima, calor abrumador y con las noches más frías. Incluso las flores se rehúsan a crecer. Solo está allí un campo de girasoles marchitos, que intenta dar un poco de vida y alegría al alma de esa pequeña niña.
Pasea sola, hunde sus pequeños pies en la tierra suelta y tropieza con las rocas más prominentes que se encuentran alrededor del orfanato. Camina hasta llegar a su lugar favorito en ese pequeño asilo de melancolía, donde descansa un campo de soles, muertos, tristes y en agonía.
Ahora se encuentra sola, ya no juega más con el perro, se lo han llevado a vender al pueblo. Los víveres se han agotado, pero la promesa de un festín inunda la mesa por la noche. Han regresado con éxito, varios kilos de carne son asaltados para la cocina. Un buffet tremendo se ha servido, pero no logra llenar el vacío que siente por dentro, en su corazón. La guerra le ha quitado todo incluso su única alegría después de la felicidad.
Los otros 15 niños del orfanato la han maltratado infinidad de veces desde su arribo por ser la más pequeña e indefensa. Su corta edad la hace necesitar un protector, el cual ha desaparecido en los días más difíciles. Solo desea un beso antes de ir a dormir en esa fea litera, de madera apolillada, pero solo recibe regaños: “¡Deja de llorar, que molestas a los demás!”.
Tantos niños solos, han logrado hartar a sus guardias. Les han mandado por los juguetes olvidados, en un viejo armario, grande y maltratado. La jovencita se acerca tímida e inocente buscando una distracción de tan terrible realidad. Los mayores han hecho su saña del día y le han arrebatado los mejores: pelotas, canicas, muñecas incluso una bicicleta. Son muy pocos para todos ellos y nadie la quiere en sus juegos. Se siente abandonada, permanece contemplativa frente a ese tosco armario. En el fondo un chispazo de emoción brilla para ella. Le han dejado un viejo y de vidrios estrellados formicario.
Decide hacerse feliz, sale con su juguete, su nueva adquisición al jardín. Camina por el basto campo de girasoles, coloca arena y algunas hormigas en su nueva cárcel de amigas. Va por los pasillos presumiendo su nueva adquisición, amigas de confianza que ahora se encuentran a su disposición. Subordinadas a su encanto. Las observa mientras construyen su hogar, su mundo, dando una lección a esa pequeña niña olvidada de lo que perdió y aquello de lo que quizás no vuelva a gozar.

Aprende de ese pequeño número de nuevos amigos, caminar y trabajar, construir y fraternizar. Ahora lo tiene todo, su propio mundo, controlado en sus manos, ya no le falta nada más, solo la felicidad.

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