Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

22 nov 2017

Trabajo final

EL ACUERDO                         Por: Karla Patricia Zapata Sánchez

Hoy desperté pensando en cómo llegamos hasta aquí. Cerré los ojos eh intente recordar el primer día que te vi, no fue difícil pero tampoco fácil, porque aunque recuerdo vagamente como nuestros ojos se pausaron por un instante, si, solo un instante. Rápidamente, como si algo se hubiera activado en ese momento y  el director de escena  hubiera anunciado la primera llamada, planeado exactamente de este modo, existe ese confuso recuerdo en algún baúl escombrado en la bodega de mi mente, quizás no pueda describirte el día como tal, la escenografía,  la hora, el vestuario, ni tampoco la heterocromia de tus ojos, pero presiento que esa escena la repetimos un par de veces.
No acordamos amarnos sin conocernos, estas ocasiones en segundos, horas, días, años, lugares, fueron planeadas, no hay casualidad ni destino en este escenario. Pero alto, se en que momento estás pensando, pero si te dijera que no, que no fue aquella vez que recuerdas como la primera, si hubo algo antes, antes de que por fin pudiéramos saber nuestro nombres para después olvidarlos. No fue poner en pausa esta historia, tal vez solamente fue la primera llamada. Nuestras almas de esa manera lo acordaron ¿Por qué? Porque así lo decidimos, aun no estábamos listos, faltaba una última lección, que aprenderíamos en un pequeño lapso de tiempo, ese capítulo que no escribimos juntos, pero al menos con esto dimos el primer pasó.
Ahora sabias donde encontrarme, que me llevaría a ti, que nos podrirá en la misma sala rodeados de extras que solo fueron contratados para rellenar la escena y aunque las ondas de nuestras voces no chocaron esa vez, de nuevo eso que en aquella ocasión reacciono, sucedió. Pero Oh sorpresa nunca estipulamos comenzar aun, solo nos estábamos recordando que el día estaba por llegar, esa pequeño aviso de fecha que bien podríamos llamar segunda llamada.
Fue bueno planearlo así, ahora los encuentros casuales, las sonrisas discretas, las miradas cruzadas se volvieron cada vez más constantes, encontrarnos en un pasillo se volvió cosa de casi todos los días, y entonces cada quien ideo su plan, un irónico plan dentro de otro plan.
Las casualidades se volvieron intenciones, ejecutamos las sonrisas sin cautela ni moderación, y fue cada vez más difícil ocultar lo que nuestras miradas decían. Hasta que quedando 224 días para finalizar el año, un inesperado pero planeado beso anuncio por fin la tercera llamada, se apagaron las luces se levantó el telón.


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