Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

27 may 2016

Un gusano en la alfombra



Karla e. Medellín

Varias veces pregunte a mis padres sobre mi pasado.  De donde había salido, en donde había nacido. Porque yo no me parecía a ellos y ellos, no se parecían a mí. Algo me hacía sentir diferente a ellos, o al menos eso era lo que pensaba yo. 
Mi madre solo me contestaba:
-¡Pues de mí!, de donde más… si tú eres mi bebe, tu eres mi hijo…. ¿porque piensas en esas cosas si solo tienes 8 años?
Luego me volteaba a ver, y yo me miraba en sus pupilas, pero para mi, ese reflejo no se parecía a ella (según lo que yo veía). Y nunca creía en su respuesta. Luego ella Me envolvía con sus brazos y me apretaba muy fuerte, para que dejara de hacerle preguntas.
Mi padre también odiaba que yo le cuestionara sobre esto:
-Eres mi hijo…. Saliste de mi… y ya vete a jugar… estoy ocupado….
Bajaba la vista hacia el periódico y se cubría la cara con él, para aparentar que estaba leyendo.
-¿ya viste?.....deberías ver estas noticias ¡cariño!- le gritaba a mama.
Yo no sé porque pensaba en estas cosas… tampoco sabía porque quería saber esto, pero siempre estaba pensando en que, de alguna forma ellos me habían recogido de algún lado. Que me habían encontrado en la basura o algún lugar similar.
Esto me preocupaba mucho. Me preocupaba mucho y no sabía explicarlo.
-¡Yo no soy tu hijo!- le dije varias veces a mi madre.
Ellos me llenaron de regalos. Me regalaron muchas cosas. Juguetes, juguetes, muchos juguetes. 

De cualquier manera, yo me veía en el espejo y me comparaba con ellos. No… nada que ver con sus caras y con sus cuerpos. Yo no era como ellos, aunque ellos tenían piernas y brazos como los míos, ojos y manos como las mías. Físicamente era muy similar a ellos.

 Ellos siempre lo negaron, y siempre me respondían: ¡no!, ¡tú no eres diferente de nosotros, mírate bien!

El tiempo paso y los años también pasaron y nunca deje de sentirme así. Diferente, pero ya no le tomaba importancia o deje de pensar en eso.

Un día empecé a sentir mucha comezón en la cara y en el cuerpo. Yo estaba en la sala.

 Me rasque y me rasque, y de repente un tozo de piel se cayó al suelo. Tome el trozo de piel, pero seguía sintiendo mucha comezón.  ¡Me tire al suelo! Y rodé en el mientras me rascaba en la alfombra.  Me rasque muy fuerte. Y otros pedazos cayeron.  Yo tenía mucha comezón una comezón muy intensa. Y no podía dejar de rascarme, aunque mi piel se estaba cayendo y yo tenía mucho miedo. Me puse a llorar y le grité a mi mamá: ¡Mama, mama! y me seguía rascando en la alfombra y luego ya no fue piel lo que caía en el suelo, ¡era carne!..... y me asuste más… y toda mi carne se caía en el suelo…. Mucha de mi carne estaban la alfombra, tome los pedazos que aún estaban cubriendo mi cara y los quite. Los arroje al suelo… luego encontré un pequeño cordón que salía de debajo de mi axila y tire de él.
El hilo empezó a salir… ¡y se me abrieron las costillas!, no pude dejar de halar y todo mi pecho se descosió como si yo fuera un pedazo de tela. 
Todo lo que había sido mi cuerpo se cayó en la alfombra. Luego me vi, yo era un gusano amarillo. ¡Un gigante gusano amarillo sin piernas ni brazos!
Mi mama llego corriendo, soltó los platos que llevaba en las manos y esto cayeron al suelo haciéndose pedazos.
 Soltó un alarido tremendo:
-Hijo tene…mos que ha…blar de algo…… -ella  tartamudeaba.
-¿tú crees mama?- le pregunte con sarcasmo- ¿tú crees que tenemos que hablar de algo? … -dije,mientras yo me retorcía en la alfombra de la sala.





No hay comentarios:

Publicar un comentario