Por: Isabel González Medellín
y Felipe de la Rosa Rivera
y Felipe de la Rosa Rivera
Entonces Don Goyo le dijo a Ramiro, su compadre:
- - Estos señores quieren convencernos de que hay
que olvidarse del pasado pa´avanzar, pero eso no es cierto.
Estaban desayunando mientras esperaban al presidente del
pueblo quien conversaría con Don Goyo acerca de lo que pasaría con el
cementerio de la comunidad.
- - Don Goyo ¡buenos!, ahí disculpe la tardanza pero andaba reocupado.
Él comenzó a contarle cómo uno de los extranjeros que tenía una casa de campo cerca de su comunidad buscaba hacer crecer su negocio. Este señor producía cerveza y quería llevar su fábrica al pueblo, total “aquí a la gente le conviene que traiga algo importante, pues nadie sabe ni que existe este lugar”, decía.
- - Bueno Goyito y ¿cuál es el problema? Tal vez
nos ayudaría, nadie sabe que aquí andamos y menos saben de tu comunidad. Siguen haciendo todo como antes, no hablan español, ¡tú
sigues usando tu rarámuri! ¡este es el siglo veintiuno Gregorio, por
Dios!
Don Goyo se puso de pie:
- - Mire señor presidente, antes que otra cosa le voy
a pedir que no hable así de mi comunidad. Tal cual me ve, un poco
viejo y humilde, soy una persona que merece respeto y como yo, ¡lo merece mi
comunidad y su gente!
Después de esto se sentó y más calmado le explicó al presidente lo que el extranjero planeaba hacer. En la comunidad no existe espacio para poner la fábrica, por lo que él creyó que era conveniente demoler el cementerio y sobre éste “poner su changarro”.
Este lugar no era cualquier cementerio, aquí no daba miedo entrar de noche, aquí los rarámuris ponían únicamente una pequeña cruz con el nombre de quien había muerto y una frase escrita en su dialecto. A lo largo suelo no se veía ninguna lápida, ya que sobre éstas volvían a poner pasto y si había espacio suficiente sembraban flores o un árbol, continuando así con la vida de esta persona. El cementerio del pueblo era un paisaje hermoso, siempre floreado, adornado y muy bien cuidado.
- - Las personas dicen que cambiando todo nos van dizque a evolucionar y yo creo que no. Los españoles vinieron a conquistarnos, pero no por eso debemos olvidar quiénes somos y de dónde venimos, ¡pareciera
que no aprendemos pues! ¿ahora celebramos Halloween? ¿ahora todos los negocios
mexicanos ponen nombres en inglés? Disculpe usted, pero eso
si quieren háganlo en la ciudad, olvídense de dónde vienen ¡allá ellos!. Pero
ayúdeme a defender a mi gente, mis creencias.
El presidente escuchó pacientemente y por fin
entendió: si no conservamos nuestro pasado, no nos conservamos a nosotros
mismos.
Unos días después el extranjero y el presidente acudieron a la comunidad de don Goyo, quien los recibió atentamente con un pequeño canasto que él mismo había realizado; el extranjero tomó su canasto y asintió con la cabeza, pues al momento que él le saludó vio sus manos desgastadas y prefirió rechazarlo.
Unos días después el extranjero y el presidente acudieron a la comunidad de don Goyo, quien los recibió atentamente con un pequeño canasto que él mismo había realizado; el extranjero tomó su canasto y asintió con la cabeza, pues al momento que él le saludó vio sus manos desgastadas y prefirió rechazarlo.
- - Mire licenciado, uste' dice que quiere sacar a esta comunidad de pobre, pero la verdad que no queremos más extranjeros que traten
de “evolucionarnos”, nos mareen con sus historias y hagan que olvidemos la nuestra. No estamos
y ójala no estemos nunca preparados para olvidarla, así como este señor
(apoyándose en don Goyo) no lo ha hecho. Con su permiso.
Don Goyo no lo podía creer, sus ojos se veían más grandes
y negros que nunca, su sonrisa brillaba tanto que resaltaba sus canas y hacía
ver su nariz pequeña.
- - Apúntele compadre; no hay que olvidar
quiénes somos ni de dónde venimos. Este es nuestro hogar, este lugar con
personas que no hablan español y usan sus trajes típicos, no se te olvide, ahora eres parte de esta misión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario