Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

8 mar 2017

Que hubiera sido

Celina María Alfaro Pérez Molphe

Y tus ojos en los míos bailándole al vacío, alientos que ocupan el mismo espacio, manos que se transforman en cobija contra esa incertidumbre de si lo correcto será amarnos, enamorarnos.
Tú, que te escapaste de algún lugar secreto, ser moldeado a mi cuerpo que de grandes esperanzas me alimentaste, dejándome necesitada de ti y solo de ti; el aire no era nada si no era aire de tu cuerpo, no podía comer si no era de hambre de ti y solo quería todo de lo que me llevara a pronunciarte.
Quise engañarme pregonando que no sabía hablar de amor, que mentira si tu nombre era sinónimo de devoción y cuanto sobre pasión me enseñaste y ninguna noche se escapaba de nosotros, de nuestros cuerpos siendo uno.
Nosotros, salvajes imperfectos, absorbentes, vulnerables en todo momento que no nos tocamos, que no estamos juntos y que no danzamos como la marea lo hace con la arena, como el viento lo hace con las hojas, tan simple parecía todo contigo como lo era respirar.
 Eras cotidiano.
Podía comparar tu amor con el espacio y las estrellas, con esa ansia intensa de que siempre fueras mío de mi cuerpo y de mi alma, mío de mí ser y de la existencia que me ahorca y ahoga cada día, cada hora, cada momento de una inseparable colección de instantes en los que yo también te pertenezco y soy tuya de tú alma y de esos ojos con los que me miras y me atraviesas, sin detenerte y pensarlo, sin necesidad de analizarlo.
Te pienso hasta sin pensarlo sin desearlo inundas mi piel y mis células, células desgraciadas cuando no te encuentran, desdichadas cuando no te respiran, que deseosas se hallan de las tuyas y de ti. Y soñar era inútil, en un mundo donde solo tú, amor, donde solo tú existes de que sirve soñar, de que sirve desear algo más que no perderte.
Estúpido el día en que el universo decidió inventarnos, inventarnos como uno, inventarnos para el otro, estúpido el día en que el universo me obligó a amarte y a necesitarte.
Y que hubiera ocurrido de no tropezarnos, de habernos detenido, de no habernos conocido. Mi cabeza hubiera dejado de funcionar, mi corazón se habría detenido y yo hubiera dejado de soñar, de no haberte conocido. Y que si tus manos no me hubieran destruido, tus besos no me hubieran reconstruido, estaríamos muertos, muertos de dolor de no amarnos, de no transformarnos y de no recordarnos.
 Estaríamos muertos, respirando, tan muertos y solos, miserables llorando por algo que solo pudo ser, que no era más que un sueño dentro de un sueño y yo solo un alguien deseando nunca tener que despertar, poder solo seguir durmiendo y estando contigo, existiendo a tu lado, con tus manos, tus ojos y tus labios.
Y no puedo pensarme sin ti, prefiero continuar soñando, con tu nombre y tus párpados y tu tibia piel que calienta la mía que pareciera siempre estar fría.
Y que hubiera sido de no haberte conocido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario