Por: Angélica Vilet
Tu retrato |
Te soñé aquel día,
tal como te recordaba:
tal como te recordaba:
Estatura mediana, piel morena, complexión delgada, tu rostro
ovalado y amable, bellas y largas cejas que enmarcaban tus profundos y negros
ojos brillando como una ventana que refleja su belleza interior. Tu nariz ¡oh,
como la recuerdo! Un poco chata, de ahí, ¿recuerdas? Tu apodo: Mi chatita. Tus
labios carnosos y tu piel lisa y suave. Tu cabello negro, fino y largo, que al
recogerlo dejabas ver tu frágil cuello. Sigues igual, sonriendo poco, pero
cuando lo haces, lo sé, es sólo en situaciones adecuadas y ¡tu rostro se
ilumina!.
Volví a ver tus brazos delgados, que terminan en tus tiernas y
dulces manos, listas para dar caricias. Tus piernas ¡ah! siempre fueron
delgadas, todos intuíamos que hacían poco ejercicio, pero al final de ellas,
vienen a mi mente tus pequeños pies, soportes de tu delgado y fino cuerpo.
¡Y me dicen que no se de ti! ¡ja! Me sonrío
¿Cómo olvidar tu personalidad? Tranquila, suave y apacible que
guardaron siempre sus pensamientos en silencio. Tu mirada que observa. Intuye.
Desnuda, mata y a la vez refleja la tranquilidad de tu vida. Cada vez que
llegabas a un lugar, la gente lo notaba, tu presencia se sentía. Siempre tu
temperamento fue apacible, pero cuando algo te molestaba, te enojabas ¡y
fuerte! Y a la vez tenías una paciencia con todo aquello que te interesaba.
Admiro de ti el fuerte amor que tienes a tu profesión, una pasión
que dejabas sentir en todo momento. Escuchaste siempre, fuiste responsable y
muy constante, actitudes y valores que siempre ame de ti.
Siempre te tomaste en serio las cosas, y tu interés por la
historia fue parte de ti siempre, creías en ella como algo importante para
definir tu futuro en la vida.
Te recuerdo como ayer, para mi, sigues siendo igual.
Ayer que te imagine, me contaste que pretendes continuar
estudiando, tener una maestría, estudiar un doctorado, ¡otra vez te vas! Pensé
Me contaste que querías casarte algún día, tener hijos, formar una
familia como la de tus padres, amar a tus pequeños. Tus creencias en el pasado
y en tus antecedentes familiares son lo que te han llevado a creer que tu estás
aquí por ellos y lo sé, algún día regresarás, como siempre lo dijiste.
Trabajarás en el museo que amas y enseñarás historia. Hoy me enteré con tristeza
que ya no estabas con nosotros, pero yo...
¡Así te recuerdo y te recordaré siempre amiga!
¡Así te recuerdo y te recordaré siempre amiga!
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