J. Antonio L. Carrera
Se abre el
telón y una joven de 18 años en su amplia habitación. En ella, un par de
muebles de madera repleto de libros académicos, un escritorio a un costado con
una enciclopedia abierta, hojas y lápices. Sobre el muro de fondo cuelgan
cuatro cuadros fotográficos de su familia y de su novio. Una cama perfectamente
tendida y pulcra. Las luces encendidas de la recamara hacen sombras en cada uno
de los objetos. La puerta de la recamara cerrada con seguro. Nuria caminaba de
un lado a otro con un papel en la mano.
¡No puede ser! ¡No puede ser posible! (Llora con rabia)
Debí haberles hecho caso a mis papás. Ese idiota no era bueno para mí. Me lo
repitieron miles y miles de veces, pero lo olvidaba yo otras mil. Todo por esa
estúpida noche que ni recuerdo. ¡Maldita sea! (grita
con furia) Le hubiera dicho
que no. ¿Y ahora? ¡Salió positivo! ¡Positivo! (mueve la mano con el papel de
arriba abajo) Literalmente tengo una carga encima de mí. (Llorando, se
ríe) ¿Entiendes? ¿Sabes lo que es eso? Bueno… por lo menos empecé
"positivamente" la semana. ¿Pero, un hijo? ¿Ahorita? ¿Al inicio de mi
juventud? (Se queda pensando y
dice seriamente) ¡No, señor!
Y luego sin ese infeliz que se largó. Se fue, así como llegó. Así son todos,
todos igualitos de patanes, de collones. Al principio todo amor, todo corazón y
a la hora de la verdad, salen corriendo. Y una se queda aquí bien fregada, bien
quemada. ¿Y ahora qué? Ni madres que lo paro, primero lo regalo. Pero no puedo
esperar tanto. (Se agarra el mentón) No voy a poder esconder la barrigota
en unos meses. ¿Mis padres qué van a decir? Me van a correr con todo y niño… y
ahora si… sin ese idiota, sin familia y con un mocoso. ¡Vaya vida! Fui una
estúpida, lo tenía todo, nada me hacía falta. ¡Uta! (se agarra la frente) Y faltan
mis amigas y mis amigos… el colegio. ¿Qué van a decir? ¡Pues qué más! (dice
con ironía) Ya me vi: “zorra esta”, “la amiguita de todos”, “la de moral
distraída”… no, no… ¡Ni madres! ¡No puedo rebajarme a eso! (Se altera)
Siempre he tenido una vida perfecta. No puedo perder mi futuro por un patinón como éste, un accidente. Todo mundo
comete errores, ¿no? El que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra…
si… ¿así era no? Santo Dios, ¡ayúdame! ¿Qué hago? ¿Qué le voy a decir a mis
papas? ¡Dame una salida! ¡Dime que hacer! Ya sé… ya sé… (Se queda pensando)
sí… esa es la solución… Pero, ¿dónde harán eso? ¿Cuánto costará? ¿Será seguro?
(Se entristece arrepentida) ¿De verdad estoy pensando en abortar? ¿Yo?
Pensé que era más ética, ahora con esto, ¡vaya moral! Siempre he defendido la
vida, me encantan los niños, pero los ajenos. Cuando uno defiende algo como la
vida, se desmorona cuando le toca defender su propia vida y una vez sintiendo
la presión familiar y social, lo moral pasa a un segundo plano. Voy a
investigar dónde puedo operarme o si hay algún método más natural ¡Claro! Y
seguro menos doloroso, sin necesidad de que me abran, corten y rebanen, y
seguro es más barato, sí. No me importa lo que diga la gente y menos lo tienen
por qué saber. Me hago la enferma unos días y listo. ¡Qué horror! (comienza
a llorar y oculta su cara con las manos) ¡No puedo más! ¡Necesito acabar
con esto ya! (comienza a golpear el escritorio y a arrojar los papeles con
furia) ¡Es que no! ¡No! ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? (Se queda mirando el
escritorio y ve una caja) ¿Y esto? (toma la caja) ¿Y esta navaja?
¡Ay! Güey… ¡Ay! Canijo… (Se pone tensa) ¿Esto es una señal? ¿Mi
escapatoria? con esto sí que me zafo de todo. ¿Dolerá? Está bonita… y… y
limpia… ¡Auch!...Y tiene filo… Esto tiene que ser rápido y con fuerza. En la
garganta, eso lo he visto en las películas. Hijo mío, perdóname por lo que te
he hecho sin que lo merecieras. (Cae rendida y escucha por último momento,
cómo tocan a la puerta).
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