Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

24 may 2015

Al filo de la vida

J. Antonio L. Carrera


Se abre el telón y una joven de 18 años en su amplia habitación. En ella, un par de muebles de madera repleto de libros académicos, un escritorio a un costado con una enciclopedia abierta, hojas y lápices. Sobre el muro de fondo cuelgan cuatro cuadros fotográficos de su familia y de su novio. Una cama perfectamente tendida y pulcra. Las luces encendidas de la recamara hacen sombras en cada uno de los objetos. La puerta de la recamara cerrada con seguro. Nuria caminaba de un lado a otro con un papel en la mano.

¡No puede ser! ¡No puede ser posible! (Llora con rabia) Debí haberles hecho caso a mis papás. Ese idiota no era bueno para mí. Me lo repitieron miles y miles de veces, pero lo olvidaba yo otras mil. Todo por esa estúpida noche que ni recuerdo. ¡Maldita sea! (grita con furia) Le hubiera dicho que no. ¿Y ahora? ¡Salió positivo! ¡Positivo! (mueve la mano con el papel de arriba abajo) Literalmente tengo una carga encima de mí. (Llorando, se ríe) ¿Entiendes? ¿Sabes lo que es eso? Bueno… por lo menos empecé "positivamente" la semana. ¿Pero, un hijo? ¿Ahorita? ¿Al inicio de mi juventud? (Se queda pensando y dice seriamente) ¡No, señor! Y luego sin ese infeliz que se largó. Se fue, así como llegó. Así son todos, todos igualitos de patanes, de collones. Al principio todo amor, todo corazón y a la hora de la verdad, salen corriendo. Y una se queda aquí bien fregada, bien quemada. ¿Y ahora qué? Ni madres que lo paro, primero lo regalo. Pero no puedo esperar tanto. (Se agarra el mentón) No voy a poder esconder la barrigota en unos meses. ¿Mis padres qué van a decir? Me van a correr con todo y niño… y ahora si… sin ese idiota, sin familia y con un mocoso. ¡Vaya vida! Fui una estúpida, lo tenía todo, nada me hacía falta. ¡Uta! (se agarra la frente) Y faltan mis amigas y mis amigos… el colegio. ¿Qué van a decir? ¡Pues qué más! (dice con ironía) Ya me vi: “zorra esta”, “la amiguita de todos”, “la de moral distraída”… no, no… ¡Ni madres! ¡No puedo rebajarme a eso! (Se altera) Siempre he tenido una vida perfecta. No puedo perder mi futuro por un patinón como éste, un accidente. Todo mundo comete errores, ¿no? El que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra… si… ¿así era no? Santo Dios, ¡ayúdame! ¿Qué hago? ¿Qué le voy a decir a mis papas? ¡Dame una salida! ¡Dime que hacer! Ya sé… ya sé… (Se queda pensando) sí… esa es la solución… Pero, ¿dónde harán eso? ¿Cuánto costará? ¿Será seguro? (Se entristece arrepentida) ¿De verdad estoy pensando en abortar? ¿Yo? Pensé que era más ética, ahora con esto, ¡vaya moral! Siempre he defendido la vida, me encantan los niños, pero los ajenos. Cuando uno defiende algo como la vida, se desmorona cuando le toca defender su propia vida y una vez sintiendo la presión familiar y social, lo moral pasa a un segundo plano. Voy a investigar dónde puedo operarme o si hay algún método más natural ¡Claro! Y seguro menos doloroso, sin necesidad de que me abran, corten y rebanen, y seguro es más barato, sí. No me importa lo que diga la gente y menos lo tienen por qué saber. Me hago la enferma unos días y listo. ¡Qué horror! (comienza a llorar y oculta su cara con las manos) ¡No puedo más! ¡Necesito acabar con esto ya! (comienza a golpear el escritorio y a arrojar los papeles con furia) ¡Es que no! ¡No! ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? (Se queda mirando el escritorio y ve una caja) ¿Y esto? (toma la caja) ¿Y esta navaja? ¡Ay! Güey… ¡Ay! Canijo… (Se pone tensa) ¿Esto es una señal? ¿Mi escapatoria? con esto sí que me zafo de todo. ¿Dolerá? Está bonita… y… y limpia… ¡Auch!...Y tiene filo… Esto tiene que ser rápido y con fuerza. En la garganta, eso lo he visto en las películas. Hijo mío, perdóname por lo que te he hecho sin que lo merecieras. (Cae rendida y escucha por último momento, cómo tocan a la puerta).


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