Por: Katia Sánchez Ortega
Sueños
heridos, húmedos, tardíos, llegaron a tiempo muerto.
Se
muere su ruido, se muere su voz, con una especie de mueca en vez de sonrisa
Perdida
en las calles, se muere el silencio, aplastada en los suelos de desiertos
A
ratos flacos, casi anoréxicos, mueren descalzos, casi resfriados
No
sirvió caminar, nada causó correr, se quiso desprender, privarse de su ser
Años,
vividos, exprimidos, reclamados y asesinados
Insoluble,
en las aguas terrenales sin abismo, siempre anacrónica
Sin
testimonio alguno, no se fue, se perdió.
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