Por: Marcela Del Río Martínez
Soy mis acciones, logros, fallos, alegrías y tristezas. También soy una
persona muy distraída, no soy tan cuidadosa ni minuciosa como mi carrera lo
exige, pero hago mi mejor esfuerzo, y la ventaja es que los disgustos se me
pueden pasar rápido.
Físicamente, no soy nada común, no es que sea mi intención pero, a
cualquier lugar al que voy la gente me mira. Siempre atraigo miradas, y pues
aunque algunas veces me es molesto, ya me acostumbré.
Quizá es que tenga yo toda una revoltura emocional, por mi entorno. A tal
punto que la influencia de mi familia me ha confundido no sé bien cuál sea mi
temperamento, quizá raro, quizá me tomo las cosas muy enserio, o me creo hasta
las bromas más simples.
Pero eso sí, mi carácter ha cambiado mucho, pero estoy consciente de que
igual y me falta bastante trecho por recorrer.
Quizá me voy demasiado atrás en mi infancia pero yo recuerdo que no me
importaban las reglas sociales del comportamiento, y me disgustaba sentirme
apresada por las reglas de la escuela. Yo sólo quería llegar al día siguiente y
hacer un logro más, ser más rápida al correr, anotar un gol, comprender las
cosas en vez de repetirlas como los pericos de mis compañeros, y provocar
sonrisas. Mientras tanto, ahora esos anhelos no sirven de mucho, son infantiles
y sin remedio, no son trascendentes por si mismos pero no tengo otra cosa, sigo
teniendo ese tipo de anhelos y sigo aquí de pie.
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