Por: Rosalba Elizabeth Cruz Fraga
Jon
o Raúl, lo dos me encantan, pero es momento de sentar cabeza. Pondré sobre la
mesa los pro y contras de cada uno. Bueno, Jon es todo un caballero,
detallista, romántico y simpático, pero no le gusta salir de fiesta ni bailar,
en cambio a Raúl, sí.
Soy
una tonta. Debo recordar que Raúl es casado, y sería como la amante número cinco.
Los dos me buscan mucho y, pues, a quién le dan pan que llore. Me llenan de
flores, de joyas, salidas a restaurantes, salidas a bailar en fin tengo todo lo
que yo quiero.
¡No!
Esto no está bien. No puedo seguir saliendo con los dos al mismo tiempo. Esto
puede terminar mal, además mi familia ya me ha regañado lo suficiente, eso me
hace sentir terrible, hasta me han tachado de mujer de la vida alegre.
Si
César no me hubiera cambiado por aquella vieja fea, yo sería tan feliz; aunque está por demás recordar aquel tiempo de depresión que viví.
La
verdad es que no siento nada por ninguno de los dos, pero me dan todo lo que yo
quiero. Ya sé qué haré: seguiré con los dos. Es tan divertido, y además me gusta sentir la adrenalina al pensar que en cualquier momento se darán cuenta de mi engaño,
Si me decidiera a aceptar a Jon, no creo que funcione porque después me dejaría por otra; siempre pasa lo mismo. En cuanto a Raúl, pues no le importa ni su familia. Así es que sacaré el mayor provecho de los dos, sin que nadie se entere. Yo ya no quiero sentir nada por nadie, así que sólo los usaré para que no suframos ninguno de los tres. Sí eso haré.
Si me decidiera a aceptar a Jon, no creo que funcione porque después me dejaría por otra; siempre pasa lo mismo. En cuanto a Raúl, pues no le importa ni su familia. Así es que sacaré el mayor provecho de los dos, sin que nadie se entere. Yo ya no quiero sentir nada por nadie, así que sólo los usaré para que no suframos ninguno de los tres. Sí eso haré.
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