Por: Ghisselle Ávila Salazar
Dentro
de los aspectos singulares que le caracterizaban había uno que ella misma
consideraba especial; le gustaba mucho la soledad, y no por miedo a los demás o
por culpa de un odio desmedido hacia la gente, sino porque se sentía a gusto,
por esa misma razón era que disfrutaba el silencio, observar a su alrededor le
hacía sentir tranquila, en paz y segura.
Además,
acostumbraba a pensar en cosas imposibles, cosas que le hacían feliz, a veces
en extremo fantasiosas, a veces no muy alejadas de su realidad, como si pudiera
con ello transportarse a otros mundos para ahí ser libre, sin embargo, no le
gustaba hacerlo por un tiempo muy prolongado ya que si pudiera definir su mente
con una sola palabra esa sería “volátil”, y eso en ocasiones le perturbaba un
poco.
Siempre
fue alguien de estatura baja para su edad, lo cual siempre le molestó. Tenía
los ojos pequeños color café y tenía que admitir que al menos esos sí le
gustaban. Sus labios no eran ni delgados ni gruesos, no tenía ningún problema
con ellos, salvo el hecho de que los braquets se los lastimaban con constancia, siempre
pensaba en el momento en el que por fin pudiera deshacerse de ellos ¡Como los
odiaba!
Por
otro lado, su cara parecía redonda, pero ella decía que era más bien ovalada,
quizá para sentirse mejor o quizá solo por vanidad, el chiste era que debido a
esto sus pómulos siempre resaltaban cuando sonreía, y para su infortunio,
también cuando no. Apreciaba sus manos, pequeñas pero ágiles, sin ellas no
podría hacer las cosas que tanto le gustaban, escribir y practicar el violín.
Su
madre siempre le había dicho que tenía el temperamento de la familia de su
padre, los temerarios “Ávila” y no la juzgaba, es más creía que era cierto.
Solía ser una persona muy colérica pero luchona, enojona pero amable, agresiva
y simpática, mucha gente siempre decía que era un “Pan de Dios” que “No rompía
ni un plato” pero su familia y ella misma siempre estaban ahí para sacar a la
gente de su mentira, era cierto, aquellas conductas aprobables muchas veces
solo eran fachada, una muy buena, y en realidad tampoco era como si fuera una
diablilla pero bueno, una santa paloma no era. Menos cuando peleaba por lo que
quería, le gustaba ganarse las cosas a pulso y nunca se rindió en lo que se
proponía.
Su
deseo siempre había sido el mismo desde que tenía memoria, tener una editorial
propia al mismo tiempo que poder escribir todo lo que se le antojase. Además
soñaba con su independencia y no podía ver el momento para por fin vivir como
ella quería. Aún faltaba un poco de tiempo pero no importaba, esperaría, no
había plazo que no llegase y ese era su alivio. Algún día iba a realizar todo
cuanto había soñado y en ese momento,
por fin podría ser ella misma. Podría ser libre.
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