Es una ventana por la cual descubrimos la posibilidad de nuevos mundos narrativos. Son escrituras que experimentan con emociones figuradas desde el relato.

Taller de expresión escrita. Facilitadora: Margarita Díaz de León Ibarra

1 sept 2014

En los zapatos de...Claudio.

Por: Carlos Francisco Grimaldo Alcántara.





Yo me encuentro ahí tendido sobre la cama, estoy inmóvil, frío como un hielo. Me encuentro muerto; así fui encontrado ese helado día, con una mueca aun en mi rostro expresivo. 

Rápidamente fui llevado por mis cuidadores con aquellos embalsamadores que rápidamente comenzaron a drenar el bulto frío que antes me pertenecía.

Ese cuerpo feo y arrugado, tieso y sin cuidado estaba listo para una vez más lucir como otro viejo dormido y convertirme en el centro de atención; lo que más odio es ser el centro de atención.

Acostado ahí en una caja como de zapatos, mi última prisión, de la cual no me libraría, era tan fea que nadie presto atención al sueño del que jamás despertaría, igual morí mucho antes de enfriarme.

Ahí en medio de mis amigos y mi familia, ese costal de carne y huesos que antes solía ser yo, no obtuvo más flores que años de vida, ya nadie se ha preocupado por mí, todos esos presentes en aquel vestíbulo solo recibieron una invitación más para contemplar eso que deje de ser para ser aquello.

Migajas, café y lágrimas bañaban la poca dignidad que me restaba en este mundo, exhibido como un cuadro y retrato de una vida que jamás se pareció a esa reunión social en torno mío.
Los balbuceos de quienes decían conocerme no dejaban de crear historias para entretenerse y reírse de mí, hipocresía de todos aquellos llorando mi muerte, nadie se preocupó por mí, sin embargo ahí están ahí están mostrando falsos sentimientos frente a mis más cercanos.

No pudieron dejar de contar mi odiosa infancia, nadie tenía que saberla, solo recuerdo a algunos iniciando así:
Claudio nació por aquellos años de principios del siglo XX, un bebe bastante llorón, día y noche lograba hacer sentir impotentes a sus padres por los escándalos y alteraciones que tenía, solo podía ser calmado con un sorbo de leche tibia y unas leves y suaves caricias en la cabeza.

Cuando comenzó a crecer Claudio empezaría a descubrir un mundo maravilloso a partir de las enseñanzas de su padre en el campo y de su madre en casa.

Era un jovencito esplendido, de alegría incansable y unas ganas de aprender de los otros, siempre seguía los consejos de sus padres en ellos busco el confort de la vida.

Cierto día mientras ayudaba a pastorear las ovejas de su padre se perdió por el bosque mientras intentaba seguir a un par de esas bestias descarriadas. Pasado el mediodía encontró a las ovejas junto a un riachuelo que cruza el bosque donde vivió con sus padres. Encontró en este lugar un sitio de paz donde podía recostarse y disfrutar de los encantos y belleza de la naturaleza.

Paso cada vez más tiempo junto al riachuelo en el bosque, solía llevar su libreta y su lápiz, así dibujo las mariposas y los pajarillos que se acercaban.
Cierto día unos viajeros solicitarían asilo a sus padres y estos aceptarían, Claudio fue desplazado de sus aposentos por estos viajeros sinvergüenzas e invasores. Les ganaría un odio tan profundo que incluso dejo de dar sus paseos por el bosque, siempre se mantenía vigilando a esos seres ajenos a su familia.

Se obsesiono con perturbadoras ideas de estos sujetos que incluso dejaría de comer solo por intentar saber lo que hacían allí. Uno de estos jóvenes se acercó a conversar  y aunque no quería entablar relación alguna con él, termino por ceder para averiguar más sobre sus intenciones.

La plática entre ambos comenzaría bastante inquietante, Claudio se negaba a relacionarse mientras que su visitante intentaba todo lo contrario, quería conocerlo, intento más de una manera y en más de una ocasión hasta que lograría llevar una plática amena con aquel niño.

Poco a poco comenzarían a tener platicas más constantes y profundas, ese joven viajero, le regaría algunos de los libros más preciados que Claudio conservo en resguardo, este los leía conforme se los daba y así comenzaría una relación armoniosa fundada en una reciprocidad en la cual surgió una gran amistad….

Ya nadie mostró respeto, blasfemias se decían, falacias contradecían. Al menos por fin lograba algo que jamás en vida consentí, llene esa pequeña habitación con personas vivas que conozco y a quienes quizás odio.


Mi familia se mostró turbada por esa multitud, ellos solo querían llevar ese ataúd bajo tierra y acabar con el dolor, aunque para mi ese fin es el mejor. 

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