Por: Jairo Cristóbal Norato Franco.
Él es un hijo querido, aunque no siempre ha
correspondido a los afectos de quienes le rodean; a veces suele ser muy inurbano.
Él es un hermano complaciente, a veces más de lo que debería, pero después es
el peor de los parientes; villano de telenovela. Es amigo de risas y
ocurrencias… se cree afortunado y envidiado por lo mismo.
Desde que emergió de la tierra no lo ha abandonado la
creatividad, él cree que es su máximo don; espera que así sea. Nació en la
Huasteca en una calle de terracería. Su madre alumbró con partera. Allá por el
mes de julio del '87.
Le gusta ser cordial y más si puede recibir algo a
cambio, aunque no sea material. Últimamente se ha convertido en un despiadado
de la honestidad. Pero, cuando por falta de confianza la debe omitir, le entra el
diablo y a veces el odio; desconoce si con él mismo o con las personas que le
exasperan.
Se cree cariñoso y amoroso, más le cuesta trabajo
olvidar… cree en maldiciones, presiente que tiene un embrujo y por lo tanto va embrujando en su andar, imposibilitado para
darse tiempo para el enamoramiento, o tal vez sí, pero su hechizo se lo impide.
Tiene la complexión del consumo, de la generación que
intenta ser más artista que atleta. Es perezoso, por lo tanto tiene un ligero
sobrepeso, aunque se nota poco, se ve poco, pero él cree que se siente mucho. No
le enorgullece su color de piel: es blanco leche quemada, ¡le da un pesar su tez!,
ya que ama su condición mexicana.
Tiene orgullo de su sonrisa maltratada y alterada a
los 18 años, cuando fue víctima de un asalto, este hecho marco un punto que le definiría
rumbos anhelados. Sus ojos son grandes, a él le parecen un tanto Oaxaqueños,
pero más bien son gringos; su apellido le delata. Su frente cada día con menos
cabello le hace creer que las ideas se le van con ellos.
Algunas veces ríe solo, en su andar pesado y
apresurado. Algún día le preguntaron; que si alguien le perseguía y ríe otra
vez solo. Le gusta mucho la soledad,
pero francamente su personalidad le obliga a estar siempre acompañado, pero
esto no le molesta. Intenta leer en los transcursos del camión a sus destinos,
se distrae fácil viendo los horizontes o esos imperturbables y exagerados cielos
potosinos. Le reencanta leer en el baño. Es experto en la prueba y error.
Anhela la grandeza, si fuera posible (lo ha
decretado en sus escritos) aquella gloria de los viejos caudillos
revolucionarios. Se sueña constantemente rodeado del campo, lejos de la
urbanidad. Como un ranchero que cría animales de ejido. Por desgracia, a su
edad se observa inmerso en el consumo, rodeado de tonelajes de aptitudes que él
no considera tener, sin embargo es ambicioso y procura mantenerse siempre
ocupado redefiniendo sus sueños día a día, los cuales se han cumplido... otros no,
pero esto no le causa fastidio, cree que si no fueron cuando los esperaba, serán
después o tal vez en otras vidas.
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