Por María Fernanda Rostro Saldaña
La
lluvia anunciaba mi pérdida, parecía que el cielo se apiadara de mí, el firmamento
me compadecía, el cosmos entendía mi sufrimiento, sin embargo no me era posible
comprender aquella situación tan desastrosa.
Por
más que repasaba en mi memoria los acontecimientos ocurridos en los meses
anteriores no encontraba nada que pudiera haberme advertido que padecería aquel
sufrimiento, todo se presentó repentinamente, fue un duro golpe que la vida me
propino directamente al corazón y que me dejo sin aliento.
Estaba
cansado la situación logro sobrepasarme, intente no darme por vencido, pero ya
no podía más, era demasiado desgastante, lo mejor sería decir adiós, ponerle
fin de una vez por todas y tratar de seguir adelante.
Hace
mucho tiempo que debí permitir que todo se fuera al diablo, como me gustaría haber
mandado todo al carajo, en cuanto descubrí
que el amor se había esfumado, debí dejarla ir, cuando ella me expreso que ya
no sentía nada por mí, que ya no me amaba, lo mejor hubiera sido que todo
terminara, pero mi peor error fue tratar de reconstruir algo que estaba hecho
pedazos.
Aunque
por fin había logrado comprender que debíamos decirnos adiós, me era muy
difícil aceptarlo, pues siempre creí que a pesar de todas las adversidades, obstáculos
o peleas al final nuestra relación saldría a flote, pensé erróneamente que el
afecto que le profesaba a mi amada era más fuerte que cualquier cosa.
Pero
finalmente la monotonía, los descuidos, el desinterés y las prisas pesaron más
que el querer que nos profesamos, nuestra relación se desgasto poco a poco y solo
quedo el vacío y los recuerdos de lo que en el pasado había sido un amor intenso
y realmente maravilloso.
De
pronto comencé a recordar cuando la conocí,
fue en una tarde de verano, me encontraba leyendo un libro de Oscar Wilde ella
se acercó a mí curiosa al ver que en la playa hubiera otra persona que
disfrutara leer a ese autor, me comento con entusiasmo y una gran sonrisa en su
rostro que era su autor favorito y con un brillo especial en sus ojos me dijo que
su título preferido era el retrato de Dorian Gray.
Durante
el resto de la tarde conversamos de temas que a cualquiera pudieron haberle
parecido triviales, pero que para nosotros habían sido muy interesantes, acordamos
que segaríamos frecuentándonos entre nosotros nació una íntima y cercana amistad que con el tiempo se convirtió en una
relación amorosa.
Los
recuerdos de la primera vez que uní mi cuerpo con el suyo llegaron de golpe a
mi memoria, aquello fue una experiencia única e inolvidable a pesar de que
anteriormente muchas mujeres pasaron por mi cama, nunca había logrado alcanzar
la plenitud hasta que estuve dentro de ella, hasta que nuestros sexos se
conectaron y sentí dentro de mí una calidez que nunca antes había experimentado,
fue algo excitante, lascivo y muy erótico, después de esa primera vez descubrí a
su lado un cielo lleno de lujuria y pecado, pero también de felicidad absoluta,
siempre que hacia el amor con ella sentí que me quemaba por dentro.
Por
primera vez me deje dominar y me permití ser arrastrado a un mundo lleno
de nuevas sensación, descubrí en ella un
oasis que me reconfortaba en mis días de monotonía y hastío, mi existencia dejo
de ser gris y comenzó a tomar matices que no creí que pudieran existir, con
ella conocí todos los tonos del deseo, el amor
y la seducción.
Ella
fue un ángel mandado del cielo, un milagro que me sucedió por casualidad, pero
sobre todo fue un sueño del que en muchas ocasiones desee no despertar jamás,
pero como toda fantasía ese amor debía terminar algún día, pues era necesario
que volviera a la realidad, sin embargo había sido un duro golpe, mucho más de
lo que hubiera podido imaginar.
Todo
terminaría de la peor manera volvería a
estar solo, mi amada buscara refugio en los brazos de alguien más, compartiríamos
nuestras vidas con otros, ya nunca volveré
a abrazarla, a embriagarme con su dulce aroma a frambuesa y orquídea, a escuchar
que su boca pronuncie mi nombre, jamás podre besar de nuevo sus labios, en las
noches ya no le haré el amor, en las mañanas ella no amanecerá acurrucada en mi pecho, no volveré a sentir el
calor de su cuerpo junto al mío, ya no compartiremos nunca más una taza de
café, una copa de vino, una película o un buen libro.
A
partir de ahora nuestras vidas serían muy diferentes todas las promesas que nos
hicimos, todos los sueños que queríamos compartir se irían al carajo , todo lo
que nos propusimos alcanzar tal vez lo logremos pero al lado de otras personas,
cada parte de nuestros cuerpos que poseímos con desenfreno y recorrimos con
lujuria ahora serán recorridas por otras manos, las cosas que creímos que nunca
dejarían de importar ya no tendrán ningún sentido, los hijos que deseamos tener
ya no nacerán, las ciudades en donde deseamos vivir ya no serán relevantes, los
lugares que deseamos conocer o los caminos que deseamos recorrer ya no tendrán
importancia pues ya no los conoceremos ni recorremos o al menos no juntos, todos
los posibles futuros que nos inventamos ahora se quedaran en un baúl de
recuerdos, todas las ilusiones se quebraron y nuestra relación quedara en el
estante de los olvidos.
Es
devastador como terminara todo, esto provocara que me derrumbe y que mi corazón
termine hecho añicos, sin embargo es mejor permitir que éste se destroce de una
sola vez, a que se siga rompiendo lentamente si sigue atrapado en esta
realidad.
En fin mi vida a partir de ahora será triste,
vacía y sin sentido, mi amada solo será un dulce recuerdo, un fantasma de mi
pasado que me acompañara y atormentara toda mi vida, es momento de decirnos
adiós.
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